Esto sucedió el ...
3-5
de noviembre de 1914
Batalla de Tanga
“La batalla de las
abejas”
Al
estallar la Primera Guerra Mundial, los principales contendientes occidentales
-Alemania, Gran Bretaña, Francia y Bélgica desde su inicio, Italia y Portugal
más tarde-poseían en África numerosas y extensas
colonias. Sobre el Océano Indico, Gran Bretaña y Alemania ocupaban extensos
territorios (también Portugal e Italia). El de África Oriental Alemana era el
más extenso y desarrollado, especialmente por la construcción de ferrocarriles, uno de los cuales tenía su cabecera en la ciudad portuaria de Tanga, que junto
con la capital Dar-es-Salam tenía un intenso tráfico marítimo. Pero estaba
rodeado totalmente por posesiones enemigas (Africa Oriental Británica, Congo
Belga, Rodesia del Norte) o de países proaliados como Portugal.
La eliminación de la presencia alemana
en la región y en especial sobre la costa del Índico se convirtió en un
objetivo estratégico de primer orden para los británicos, ya que sus puertos
constituían una base operacional desde la cual se amenazaría el tráfico
comercial y militar entre las colonias inglesas en Oriente y la metrópoli.
Varios corsarios alemanes comenzaron a recorrer el Indico desde el comienzo de
la guerra (tal el caso, por ejemplo, del crucero Endem), al tiempo que el crucero Köniskerg se estacionaba en Dar-es-Salam. Asimismo, desde este
territorio Alemania podría lanzar ataques terrestre contra las vecinas posesiones
británicas.
General Paul Emil von Lettow-Vorbeck |
La defensa de la colonia alemana estaba
a cargo de la Fuerza de Protección del Africa Oriental Alemana (Schutztruppe), de naturaleza policial y
destinada principalmente a controlar a la población nativa. Inicialmente
contaba con 216 europeos y 2.540 askaris,
soldados nativos. En enero de 1914 asumió el mando de la misma el Teniente
Coronel Paul Emil von Lettow-Vorbeck (1870-1964) quien, desde que lo asumió en
enero de 1914, comenzó un intenso adiestramiento de sus fuerzas, al tiempo que,
por un lado, las dotó con armamento más moderno, y por el otro, aumentaba su
número, llevando la cantidad de askaris a unos 5.000 a los que se agregaron
varios miles de nativos auxiliares. También engrosaron sus fuerzas numerosos
voluntarios civiles de origen alemán, muchos de ellos miembros de los numerosos
clubes de tiro existentes en la colonia, los que en su mayoría formaron parte
de “compañías de protección” (Schutzen
Kompagnien), sin askaris.
Las fuerzas británicas más cercanas,
los Reales Fusileros Africanos (King’s
African Rifles) contaban con fuerzas similares a las alemanas, aunque, a
diferencia de estas, se encontraban dispersas en un territorio muy extenso y al
estallar la guerra las unidades del África Oriental Británica estaban ocupadas
con una sublevación nativa en el oeste, por lo que en la India se formó la
denominada “Fuerza C” que se desplegó en el territorio de la colonia británica.
Al mismo tiempo, también en la India, se formó la “Fuerza Expedicionaria B”
cuya misión sería atacar y ocupar la colonia alemana.
El ataque consistiría en una operación
anfibia, compuesta por unos 8.000
hombres al mando del Mayor General
Arthur Edgard Aitken (1861-1924), transportada desde la India por una
flota de dieciséis buques entre
transportes y escoltas. La operación, que previamente se había limitado a la toma del puerto
de Dar-es-Salam, tenía como objetivo, en primer lugar, apoderarse de Tanga para
luego asegurar la frontera con el Africa Oriental Británica y finalmente poner
a toda la colonia alemana bajo el control británico.
La flota de invasión llegó a Tanga el 2
de noviembre de 1914. Como a medidos de agosto se había acordado con el
gobernador alemán una tregua, declarándose a Tanga ciudad abierta, se adelantó
uno de los buques e hizo conocer la abrogación de tal acuerdo y al mismo tiempo
lanzó un ultimátum para una rendición inmediata, que fue rechazado. Y ante tal
situación se pone de manifiesto una notable deficiencia del
mando británico: no se había establecido un plan de contingencia para una
posibilidad tan obvia como el rechazo del ultimátum. En las órdenes cursadas la
noche anterior “no se mencionaban las acciones
que debían emprenderse si se encontraba resistencia o si los alemanes se
negaban a rendirse…” , y al conocerse la decisión alemana, Aitken “quedó perplejo, ya que no tenía plan de
contigencia para cubrir una posibilidad tan obvia” (Anderson, The Battle of
Tanga 1914).
Hacia la medianoche del 2 de noviembre
se inició el desembarco a unos tres kilómetros al sur de la ciudad, que fue
completado bien entrada la noche del 3. Al mediodía del 4 de noviembre la Fuerza B
avanzó sobre la ciudad. “Las tropas no
sólo eran inexperimentadas, sino que habían estado embarcadas durante dos
semanas, la mayor parte del tiempo con clima tropical. Lo habían hecho
hacinados, sufriendo de mal de mar y comiendo comida de mala calidad (inclusive
no apropiadas según sus creencias religiosas). Luego de una noche sin dormir,
las tropas se encontraron en una costa hostil sin información acerca de la
fuerza que enfrentaban. En suma: una fórmula segura hacia el desastre” (The
Western Front Association, The Battle of Tanga (also known as the Battle of the
Bees).
Escena de la batalla. A la izquierda, fuerzas alemanas. A la derecha, británicas |
En la mañana del 5 de noviembre se
acordó una tregua y en la tarde de ese día las tropas británicas se embarcaron
y partieron para Mombasa. Dejaban tras de sí 359 muertos, 310 heridos y 148
desaparecidos. Todo el equipo pesado fue abandonado, incluyendo dieciséis
ametralladoras con 600.000 proyectiles. Los alemanes, por su parte, tuvieron 64
muertos (16 alemanes y 48 askaris y auxiliares nativos) y 80 heridos (24 y 56,
respectivamente).
Las armas y equipos abandonados por los
británicos, sin que mediara intento alguno de su parte para inutilizarlos, reforzaron a las fuerzas alemanas, que tenían
ante sí varios años de lucha, durante los cuales no recibieron sino escasa
ayuda desde Europa.
La Historia Oficial Británica de la
Guerra ha descripto a la batalla de Tanga como “uno de los más notables fracasos
de la historia militar británica”.
Al cabo
de su “legendaria campaña”, Lettow-Vorbeck retornó a Alemania con sus hombres
en marzo de 1919, desfilando en Berlín con sus uniformes y armas. Es de
mencionar una singular anécdota: las primeras “camisas pardas” que las
formaciones nazis de la SA comenzaron a utilizar a partir de 1924, habrían sido
el rezago de un envío destinado a las fuerzas alemanas que combatían en África
del Este, nunca concretado (Taylor-Shaw, Dictionary
of the Third Reich).
© Rubén A. Barreiro 2015
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