martes, 3 de noviembre de 2015


Esto sucedió el ...

3-5 de noviembre de 1914 

Batalla de Tanga

“La batalla de las abejas”


Al estallar la Primera Guerra Mundial, los principales contendientes occidentales -Alemania, Gran Bretaña, Francia y Bélgica desde su inicio, Italia y Portugal más tarde-poseían en África numerosas y extensas colonias. Sobre el Océano Indico, Gran Bretaña y Alemania ocupaban extensos territorios (también Portugal e Italia). El de África Oriental Alemana era el más extenso y desarrollado, especialmente por la construcción de ferrocarriles, uno de los cuales tenía su cabecera en la ciudad portuaria de Tanga, que junto con la capital Dar-es-Salam tenía un intenso tráfico marítimo. Pero estaba rodeado totalmente por posesiones enemigas (Africa Oriental Británica, Congo Belga, Rodesia del Norte) o de países proaliados como Portugal. 


La eliminación de la presencia alemana en la región y en especial sobre la costa del Índico se convirtió en un objetivo estratégico de primer orden para los británicos, ya que sus puertos constituían una base operacional desde la cual se amenazaría el tráfico comercial y militar entre las colonias inglesas en Oriente y la metrópoli. Varios corsarios alemanes comenzaron a recorrer el Indico desde el comienzo de la guerra (tal el caso, por ejemplo, del crucero Endem), al tiempo que el crucero Köniskerg se estacionaba en Dar-es-Salam. Asimismo, desde este territorio Alemania podría lanzar ataques terrestre contra las vecinas posesiones británicas.  

General Paul Emil von Lettow-Vorbeck
La defensa de la colonia alemana estaba a cargo de la Fuerza de Protección del Africa Oriental Alemana (Schutztruppe), de naturaleza policial y destinada principalmente a controlar a la población nativa. Inicialmente contaba con 216 europeos y 2.540 askaris, soldados nativos. En enero de 1914 asumió el mando de la misma el Teniente Coronel Paul Emil von Lettow-Vorbeck (1870-1964) quien, desde que lo asumió en enero de 1914, comenzó un intenso adiestramiento de sus fuerzas, al tiempo que, por un lado, las dotó con armamento más moderno, y por el otro, aumentaba su número, llevando la cantidad de askaris a unos 5.000 a los que se agregaron varios miles de nativos auxiliares. También engrosaron sus fuerzas numerosos voluntarios civiles de origen alemán, muchos de ellos miembros de los numerosos clubes de tiro existentes en la colonia, los que en su mayoría formaron parte de “compañías de protección” (Schutzen Kompagnien), sin askaris.

Las fuerzas británicas más cercanas, los Reales Fusileros Africanos (King’s African Rifles) contaban con fuerzas similares a las alemanas, aunque, a diferencia de estas, se encontraban dispersas en un territorio muy extenso y al estallar la guerra las unidades del África Oriental Británica estaban ocupadas con una sublevación nativa en el oeste, por lo que en la India se formó la denominada “Fuerza C” que se desplegó en el territorio de la colonia británica. Al mismo tiempo, también en la India, se formó la “Fuerza Expedicionaria B” cuya misión sería atacar y ocupar la colonia alemana. 

El ataque consistiría en una operación anfibia,  compuesta por unos 8.000 hombres al mando del Mayor General  Arthur Edgard Aitken (1861-1924), transportada desde la India por una flota de dieciséis  buques entre transportes y escoltas. La operación, que previamente se había limitado a la toma del puerto de Dar-es-Salam, tenía como objetivo, en primer lugar, apoderarse de Tanga para luego asegurar la frontera con el Africa Oriental Británica y finalmente poner a toda la colonia alemana bajo el control británico. 

La flota de invasión llegó a Tanga el 2 de noviembre de 1914. Como a medidos de agosto se había acordado con el gobernador alemán una tregua, declarándose a Tanga ciudad abierta, se adelantó uno de los buques e hizo conocer la abrogación de tal acuerdo y al mismo tiempo lanzó un ultimátum para una rendición inmediata, que fue rechazado. Y ante tal situación se pone de manifiesto  una notable deficiencia del mando británico: no se había establecido un plan de contingencia para una posibilidad tan obvia como el rechazo del ultimátum. En las órdenes cursadas la noche anterior “no se mencionaban las acciones que debían emprenderse si se encontraba resistencia o si los alemanes se negaban a rendirse…” , y al conocerse la decisión alemana, Aitken “quedó perplejo, ya que no tenía plan de contigencia para cubrir una posibilidad tan obvia” (Anderson, The Battle of Tanga 1914).

Hacia la medianoche del 2 de noviembre se inició el desembarco a unos tres kilómetros al sur de la ciudad, que fue completado bien entrada la noche del 3. Al mediodía del 4 de noviembre la Fuerza B avanzó sobre la ciudad. “Las tropas no sólo eran inexperimentadas, sino que habían estado embarcadas durante dos semanas, la mayor parte del tiempo con clima tropical. Lo habían hecho hacinados, sufriendo de mal de mar y comiendo comida de mala calidad (inclusive no apropiadas según sus creencias religiosas). Luego de una noche sin dormir, las tropas se encontraron en una costa hostil sin información acerca de la fuerza que enfrentaban. En suma: una fórmula segura hacia el desastre” (The Western Front Association, The Battle of Tanga (also known as the Battle of the Bees).
Escena de la batalla. A la izquierda, fuerzas alemanas. A la derecha, británicas
Esta demora dio a Lettow-Vorbeck la oportunidad de desplazar rápidamente siete compañías de su fuerza, que se encontraba estacionada casi en su totalidad en las cercanías del Kilimanjaro. Las tropas, transportadas por ferrocarril, contraatacaron a los británicos de inmediato. Se entabló entonces un confuso combate, interrumpido por enjambres de abejas que puso en fuga por igual a las tropas de ambas partes. “Aunque aparentemente se trató de un incidente trivial, las abejas desempeñaron un papel de importancia en la batalla…sus aguijones eran especialmente virulentos… hicieron prácticamente imposible continuar la batalla ya que todos huían para evitarlas… Luego de la batalla surgieron versiones fantásticas que sugerían que los alemanes habían lanzado abejas “entrenadas” contra la Fuerza B… La apicultura era una actividad habitual en Tanga y había innumerables colmenas suspendidas de los árboles, alcanzadas por el fuego y las balas, cuando no eran derribados para construir defensas” (Anderson, The Battle of Tanga). Se ha dicho que las campañas en Africa fueron más “guerras contra la naturaleza que guerras entre fuerzas opuestas” (Tucker-Roberts, Encyclopedia of World War I: A Political, Social, and Military History) y este “ataque de abejas furiosas” es una muestra de ello, tanto que dio a la batalla de Tanga un apelativo singular: “la batalla de las abejas”.

En la mañana del 5 de noviembre se acordó una tregua y en la tarde de ese día las tropas británicas se embarcaron y partieron para Mombasa. Dejaban tras de sí 359 muertos, 310 heridos y 148 desaparecidos. Todo el equipo pesado fue abandonado, incluyendo dieciséis ametralladoras con 600.000 proyectiles. Los alemanes, por su parte, tuvieron 64 muertos (16 alemanes y 48 askaris y auxiliares nativos) y 80 heridos (24 y 56, respectivamente).

Las armas y equipos abandonados por los británicos, sin que mediara intento alguno de su parte para inutilizarlos,  reforzaron a las fuerzas alemanas, que tenían ante sí varios años de lucha, durante los cuales no recibieron sino escasa ayuda desde Europa.

La Historia Oficial Británica de la Guerra ha descripto a la batalla de Tanga como “uno de los más notables fracasos de la historia militar británica”.

Al cabo de su “legendaria campaña”, Lettow-Vorbeck retornó a Alemania con sus hombres en marzo de 1919, desfilando en Berlín con sus uniformes y armas. Es de mencionar una singular anécdota: las primeras “camisas pardas” que las formaciones nazis de la SA comenzaron a utilizar a partir de 1924, habrían sido el rezago de un envío destinado a las fuerzas alemanas que combatían en África del Este, nunca concretado (Taylor-Shaw, Dictionary of the Third Reich).



© Rubén A. Barreiro 2015

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