viernes, 23 de marzo de 2018


 Esto se dijo...

“Tenemos frente a nosotros un adversario habilidoso y atrevido y, debo decirlo, dejando de lado los estragos de la guerra, un gran general”.Winston Churchill, sobre Rommel


El 27 de enero de 1942, el Primer Ministro británico, Winston Churchill, se dirigió a la Cámara de los Comunes, dando cuenta de la situación de la guerra, en ocasión de tratarse un voto de confianza a su gobierno. Durante su prolongado discurso, pronunció la frase transcripta, que desde entonces se ha mostrado como un reconocimiento, quizá inoportuno, de las capacidades militares del entonces general Erwin Rommel. Sin embargo, en este caso, como en muchos más, es necesario analizar el contexto. El 18 de noviembre de 1941 los británicos lanzaron la Operación Crusader, que culminó el 7 de diciembre con el levantamiento del sitio de Tobruk que el Afrika Corps sostenía desde el mes de abril.


Cuando Churchill pronunció su discurso, se estaba refiriendo a la contraofensiva que Rommel había desencadenado el 21 de enero de 1942, la que condujo a la caída de Tobruk en su poder el 21 de junio de ese año. Leyendo todo el párrafo, surge con claridad que Churchill estaba advirtiendo sobre lo que podría ocurrir, acentuando por un lado la incertidumbre de la situación y de su desenlace, y por el otro valorando las cualidades del conductor enemigo, sumadas a los refuerzos que habría recibido. 

La célebre frase quedó así enmarcada: “No puedo decir cuál es la situación actual en el frente occidental, en CirenaicaTenemos frente a nosotros un adversario habilidoso y atrevido y, debo decirlo, dejando de lado los estragos de la guerra, un gran general. Seguramente ha recibido refuerzos. En este momento se está librando otra batalla, y me he propuesto como regla nunca profetizar de antemano cuál será el resultado de una batalla. Siempre celebro haber adoptado una regla semejante”. 

Para la anécdota, la Cámara, por 464 votos contra 1, expresó tener “confianza en el gobierno de Su Majestad" comprometiendo su máxima ayuda "en la enérgica prosecución de la guerra”. Es también anecdótico el comentario del miembro laborista de los Comunes, Aneurin Bevan, quien al día siguiente de pronunciada la frase, en tanto se pedía informes acerca de una transmisión de la BBC en la que se habían vertido expresiones de respeto por el pueblo alemán y su ejército, preguntó como al pasar, "¿acaso ayer el Primer Ministro no rindió tributo a Rommel?"

Años más tarde, ya concluida la guerra, muerto Rommel en las conocidas circunstancias, y alejado del poder pocos días después de concluida la contienda, en “La Gran Alianza”, tercer tomo de su monumental obra sobre la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill dedica un muy extenso párrafo a la biografía de Erwin Rommel, describiéndolo como un "guerrero alemán" destinado a ocupar un lugar preponderante en la historia militar. Así, por ejemplo, pondera la maestría de Rommel en el manejo de las formaciones móviles, así como su audacia y atrevimiento, con los cuales “nos infligió algunos graves desastres”.

Por último expresa su respeto por la actitud de Rommel, quien, “pese a ser un leal soldado alemán”, se vio envuelto en la fallida conspiración contra Hitler de julio de 1944,  al precio de su propia vida.

Por todo ello, y “pese a que en las guerras de las modernas democracias no hay lugar para la caballerosidad”, dice Churchill:  “... no me arrepiento o retracto del tributo que rendí a Rommel, pese a lo inoportuno que pareciera por entonces”
© Rubén A. Barreiro 2018