Esto se dijo....
“Cuando un general pretende no haber cometido jamás un error, me convence de que nunca ha hecho la guerra por demasiado tiempo”. Turenne
Henri de la Tour d’Auvergne, vizconde de Turenne, nació en Sedán, el 11 de septiembre de 1611. Durante su infancia mostró una salud endeble, pese a lo cual, como lo relata Sir Edward Cust, a los trece años obtuvo de su madre (su padre había fallecido un año antes) el permiso para visitar a su ilustre tío, Mauricio de Nassau, y realizar su sueño de iniciar una carrera militar.
Y así fue. Luego de un periodo de tres años en Holanda, volvió a Francia donde en poco tiempo adquirió reputación de excelente soldado, siendo designado Mariscal en 1643, con sólo treinta y dos años. En 1660, uno de los primeros actos de Luis XIV al cesar la regencia del Cardenal Mazzarino, fue designar a Turenne Mariscal General de los Campos y Ejércitos del Rey. Murió en el comienzo de la batalla de Sasbach el 27 de julio de 1675, al recibir una bala de cañón durante una misión de reconocimiento.
La carrera de cincuenta años del Mariscal Turenne lo muestra como uno de los más destacados comandantes de los ejércitos franceses de Luis XIV. Sus Memorias y Máximas Militares se abren con un capítulo sobre los “deberes del general”. Más allá de recomendaciones y directivas específicas relativas al ejercicio del mando en diferentes situaciones de campaña, son notables aquellos aspectos que hacen a la actitud a observar por parte de quien ostenta el mando. Turenne tuvo fama de ser un hombre extremadamente circunspecto, y es por eso que no llaman la atención algunos párrafos de su obra: “…y lo mejor para el éxito de su misión, es reservar sus propios secretos, ser diligente y decidido…; no dejar pasar ninguna oportunidad…; no permitir que los demás perciban sus temores o aprehensiones y aparecer más alegre que lo esperado, aun en los momentos de mayor e inminente peligro…” .
El ensayista Henri de Montherlant en Carnets 1930-1944 escribe: “En sus cartas, Turenne, cuando se trata de una victoria dice ‘Hemos ganado’, y cuando se refiere a una derrota, ‘He sido derrotado”.
No debe asombrar, entonces, la frase que motiva esta nota, cuyo destinatario, si lo hubo, quedó prudentemente envuelto en el anonimato.
Desde 1800, los restos de Turenne se encuentran en el Domo de los Inválidos, donde fueron llevados por orden de Napoleón.
Y así fue. Luego de un periodo de tres años en Holanda, volvió a Francia donde en poco tiempo adquirió reputación de excelente soldado, siendo designado Mariscal en 1643, con sólo treinta y dos años. En 1660, uno de los primeros actos de Luis XIV al cesar la regencia del Cardenal Mazzarino, fue designar a Turenne Mariscal General de los Campos y Ejércitos del Rey. Murió en el comienzo de la batalla de Sasbach el 27 de julio de 1675, al recibir una bala de cañón durante una misión de reconocimiento.
La carrera de cincuenta años del Mariscal Turenne lo muestra como uno de los más destacados comandantes de los ejércitos franceses de Luis XIV. Sus Memorias y Máximas Militares se abren con un capítulo sobre los “deberes del general”. Más allá de recomendaciones y directivas específicas relativas al ejercicio del mando en diferentes situaciones de campaña, son notables aquellos aspectos que hacen a la actitud a observar por parte de quien ostenta el mando. Turenne tuvo fama de ser un hombre extremadamente circunspecto, y es por eso que no llaman la atención algunos párrafos de su obra: “…y lo mejor para el éxito de su misión, es reservar sus propios secretos, ser diligente y decidido…; no dejar pasar ninguna oportunidad…; no permitir que los demás perciban sus temores o aprehensiones y aparecer más alegre que lo esperado, aun en los momentos de mayor e inminente peligro…” .
El ensayista Henri de Montherlant en Carnets 1930-1944 escribe: “En sus cartas, Turenne, cuando se trata de una victoria dice ‘Hemos ganado’, y cuando se refiere a una derrota, ‘He sido derrotado”.
No debe asombrar, entonces, la frase que motiva esta nota, cuyo destinatario, si lo hubo, quedó prudentemente envuelto en el anonimato.
Desde 1800, los restos de Turenne se encuentran en el Domo de los Inválidos, donde fueron llevados por orden de Napoleón.
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