Esto sucedió el...
11 de noviembre de 1918
Se firma el armisticio entre los Aliados y Alemania
“El día once, del mes once, a las once la mañana…”,
concluye la Primera Guerra Mundial
concluye la Primera Guerra Mundial
“Si los plenipotenciarios alemanes desean
encontrar al Mariscal Foch para pedirle un armisticio, deberán presentarse en
las avanzadas francesas en la ruta Chimay-Fourmies-La Capelle-Guise. Se
impartirán órdenes para recibirlos y conducirlos al lugar establecido para el
encuentro”. Tal el
tenor del telegrama con el que Foch respondió, en la noche del 6 al 7 de
noviembre, a un radiograma enviado por el alto mando alemán, en el que se le
hacía saber el nombre de los plenipotenciarios designados por Berlín para
concluir un armisticio. Con la llegada de la delegación alemana, culminaban los
acercamientos que, desde principios de octubre, el nuevo gobierno alemán a
cargo del Príncipe Max de Bade había comenzado ante el presidente Woodrow
Wilson para sondear cuáles serían las condiciones de los aliados para un cese
del fuego en todo el frente.
Bien
avanzada la noche del 7 de noviembre, cinco automóviles atravesaron las líneas
en las cercanías de La Capelle, sector defendido por el Regimiento de
Infantería 171. En ellos viajaban los
representantes alemanes, encabezados por Matthias Erzberger, un
“influyente diputado católico”, Secretario
de Estado, a quien acompañaban el Conde Alfred von Oberndorff, del Ministerio
de Relaciones Exteriores, el general Detlof von Winterfeldt, quien había sido agregado militar
en París, por el ejército, y el capitán de navío Ernest Vanselow. Luego de un
viaje en tren, a las nueve de la mañana del 8 de noviembre se encontraron con
el Mariscal Foch, en el bosque de Compiègne, cerca de la estación ferroviaria
de Rhetondes, quien los aguardaba en un vagón de ferrocarril allí estacionado.
“Qué desean de mí?”, inquirió Foch. Erzberger respondió que
querían conocer qué propuestas tenía para la conclusión de un armisticio. “No tengo propuestas que hacer”, fue la
seca respuesta. Sin más, el general Weygand comienza a leer las condiciones del
armisticio, y se concede a la delegación alemana un plazo de 72 horas para “aceptarlas o rechazarlas, sin lugar para
otra cosa”, escribe Erzberger en sus Memorias, mientras Foch, “permanecía sentado, rígido como una estatua,
a veces retorciendo su bigote con gesto enérgico” .
El Mariscal Ferdinand Foch (segundo desde la derecha), a cada lado los representantes británicos Almirante Rosslyn Wemyss y contraalmirante George Hope. |
Hacia las veinte del
día 10 llega del Gran Cuartel General Alemán un telegrama con algunas
sugerencias sobre las condiciones, aunque con una frase concluyente: “Si no consiguen que estos puntos se
acepten, igual sería necesario terminar”. A las 2:15 del 11 de noviembre
comenzó la lectura y relectura del texto del documento, que finalmente fue
firmado a las 5 de ese día. Foch envió una breve comunicación a todos sus
comandantes: “Las hostilidades cesarán en
todo el frente a partir del 11 de noviembre a las 11 horas, hora de Francia”.
Las duras condiciones impuestas a Alemania por el armisticio, las que en su gran mayoría fueron recogidas en el Tratado de Versalles suscripto en 1919, en lo inmediato establecían: la evacuación inmediata de todos los países invadidos (Francia, Bélgica y Luxemburgo) así como de Alsacia y Lorena; a continuación, evacuación militar del territorio alemán en la margen izquierda del Rin, que ocuparán tropas aliadas, así como con relación a tres cabezas de puente sobre la margen derecha del Rin y territorios anexos; entrega de gran cantidad de armamento, material ferroviario y camiones; liberación inmediata de todos los prisioneros de guerra aliados. También había previsiones relacionadas con el frente oriental, algunas cuestiones de orden financiero y la obligación de entregar todos sus submarinos e internar gran parte de su flota en el puerto británico de Scapa Flow.
Las duras condiciones impuestas a Alemania por el armisticio, las que en su gran mayoría fueron recogidas en el Tratado de Versalles suscripto en 1919, en lo inmediato establecían: la evacuación inmediata de todos los países invadidos (Francia, Bélgica y Luxemburgo) así como de Alsacia y Lorena; a continuación, evacuación militar del territorio alemán en la margen izquierda del Rin, que ocuparán tropas aliadas, así como con relación a tres cabezas de puente sobre la margen derecha del Rin y territorios anexos; entrega de gran cantidad de armamento, material ferroviario y camiones; liberación inmediata de todos los prisioneros de guerra aliados. También había previsiones relacionadas con el frente oriental, algunas cuestiones de orden financiero y la obligación de entregar todos sus submarinos e internar gran parte de su flota en el puerto británico de Scapa Flow.
La
duración del armisticio se estableció en 36 días, los que se fueron renovando
periódicamente hasta el 16 de febrero de 1919, cuando fue prorrogado “por un periodo breve, sin fecha de expiración, reservándose
los aliados ponerle fin con un preaviso de tres días”.
Una
cláusula especialmente relevante fue la que establecía el mantenimiento del
bloqueo al que se había sometido a Alemania, agregándose que “los aliados y los Estados Unidos
considerarán el abastecimiento de Alemania durante el armisticio en la medida
de lo necesario”.
Al
respecto, es pertinente recordar algunos pasajes de la “declaración común” que Erzberger leyó Mariscal Foch luego de
firmado el armisticio: “… es deber de los plenipotenciarios firmantes insistir
con firmeza sobre el hecho de que llevar adelante este acuerdo podría sumir al
pueblo alemán en la anarquía y el hambre. De las conversaciones que llevaron al
armisticio, podríamos haber esperado disposiciones que, al tiempo que
aseguraran a nuestros adversarios una total seguridad militar, pusieran fin a
los sufrimientos de los no combatientes, mujeres y niños. El pueblo alemán, que durante cincuenta meses ha enfrentado a un mundo
de enemigos, conservará, pese a cualquier violencia, su libertad y su unión. Un
pueblo de 70 millones sufre, pero no muere” (Cochet-Porte, Dictionnaire de
la Grande Guerre 1914-1918).
Mientras en
Alemania el káiser Guillermo II abdicaba, concluyendo así quinientos años de reinado
de los Hohenzollern y la República era proclamada desde los balcones del
Reichstag, los disturbios y enfrentamientos que habían comenzado en el mes de
octubre al sublevarse la marina en Kiel se iban extendiendo por todo el país,
amenazando una guerra civil.
En tanto,
en el frente…
“A las 11 exactas se los vio salir [a los
soldados alemanes en algún sector del frente] repentinamente de sus trincheras,
gritando, desplegando banderas rojas y mostrando letreros con la palabra ‘República’.
Muchos lucían una cocarda tricolor… Se divertían haciendo estallar sus
granadas, haciendo saltar sus depósitos de municiones…” (Gazier, "L’Armistice
du onze novembre sur le front. L’entrée en Alsace).
“Cerca
de Dom-le-Mesnil, la pesadilla continuaba como si nada nuevo hubiera surgido.
10:45, una salva de 150 mm alcanza Dom-le-Mesnil. 10:57, ambos bandos disparan
con ametralladoras. 11:00, allá, sobre la pasarela, un clarín invisible ha
sonado. ¡Cesad el fuego!” (Duroselle, La Grande Guerre des Français).
“Las últimas horas de una gran guerra, cuando cada uno sabe que son las últimas horas, siempre conservan un aire irreal, de no pertenecer ni al pasado ni al futuro… La mayoría de los hombres, durante esas últimas horas, sin simulaciones, sin evitar sus deberes, al mismo tiempo deseaban no correr riesgos innecesarios, tratando de no exponerse. Ser muerto o gravemente herido en este último momento era un horrible pensamiento…” (Terraine, To Win A War. 1918 The Year of Victory).
“Las últimas horas de una gran guerra, cuando cada uno sabe que son las últimas horas, siempre conservan un aire irreal, de no pertenecer ni al pasado ni al futuro… La mayoría de los hombres, durante esas últimas horas, sin simulaciones, sin evitar sus deberes, al mismo tiempo deseaban no correr riesgos innecesarios, tratando de no exponerse. Ser muerto o gravemente herido en este último momento era un horrible pensamiento…” (Terraine, To Win A War. 1918 The Year of Victory).
“De acuerdo con las
estimaciones más conservadoras, durante el último día de la guerra,
principalmente en las seis horas que siguieron a la firma del armisticio, los
adversarios en el Frente Occidental sufrieron 10.944 bajas, de las cuales 2.738
fueron muertos. Poniendo estas bajas en perspectiva, durante el 6 de junio de
1944, el Día D de la invasión de Normandía, cerca de veintiséis años más tarde,
el total de bajas de ambas partes ascendieron a 10.000. Por lo tanto las bajas
del Día del Armisticio fueron cerca del diez por ciento superiores a las del
Día D. Hubo, sin embargo, una gran diferencia. Los hombres que lucharon en las
playas de Normandía estaban haciéndolo por la victoria. Los que murieron en el
Día del Armisticio lo hacían en una guerra ya decidida” (Persico,
Eleventh Month, Eleventh Day, Eleventh Hour: Armistice Day, 1918
World War I and Its Violent Climax).
El parte
meteorológico del 11 de noviembre de 1918 anunciaba nieblas espesas en el Noreste, el gran campo de batalla, con
temperaturas relativamente bajas y algunas heladas. La Primera Guerra Mundial
había terminado. Y, parafraseando a Foch, tan sólo comenzaba una tregua de
veinte años…
Estatua del Mariscal Ferdinand Foch en el Claro del Armisticio (foto del autor) |
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