viernes, 20 de noviembre de 2015

Esto se dijo....


“Vine aquí, donde la libertad está siendo defendida, para servirla, y para vivir o morir por ella”. Conde Casimir Pulaski

                                  


La guerra que culminó en la independencia de las antiguas colonias inglesas de América del Norte, dando nacimiento a los Estados Unidos de América, tuvo en sus filas a muchos europeos quienes se unieron a las fuerzas revolucionarias atraídos por los principios que estas defendían. Muchos de ellos habían luchado por los mismos ideales de libertad en sus propios países. El Conde Kazimierz Michal Waclaw Wiktor Pulaski -quien entró en la historia como Casimir Pulaski- fue uno de ellos. 


Nacido el 6 de marzo de 1745 en las cercanías de Varsovia, Casimir creció en los años en que  el Reino de Polonia y el Gran Ducado de Lituania, que conformaban un estado dual,  sufría una vez más el acoso de Rusia, que intervenía cada vez con mayor intensidad en los asuntos internos polacos. Para contrarrestar esa influencia que atentaba contra la libertad polaca, se formó la Confederación de Bar, uno de cuyos principales dirigentes era Jozef Pulaski, padre de Casimiro. Este, con diecinueve años, comenzó allí su carrera militar, que a los veinticinco lo haría “emerger como el más grande de los líderes militares polacos desde Sobieski, y como un hombre cuya devoción por la verdadera Polonia libre  fue una inspiración para todos” ( Gessner, The Deeds of Kazimierz Pulaski).  

Pese a ello, nada pudo lograrse. Un último y desesperado intento de los patriotas fue deponer al rey Stanislaw Poniatowski, que había sido electo bajo la influencia de Catalina la Grande, intento que fracasó, habiéndose acusado a los implicados, entre los que se contaba el joven Pulaski, de haber tentado un regicidio. No quedó otra alternativa para Pulaski que la de exiliarse, primero en Prusia y finalmente en París. Nunca volvería a su tierra.

Allí se enteró de la lucha que ya entonces se había entablado del otro lado del mar y de inmediato pensó unirse a la misma, en lo que fue ayudado por el conocimiento que había hecho en París de Benjamín Franklin, comisionado por los revolucionarios ante el gobierno francés, quien le dio una carta de recomendación para presentarla ante George Washington y el Congreso Continental, en la que expresaba que su portador era “famoso en toda Europa por su valentía y su conducta en la defensa de las libertades de su patria”.

"Die Helden der Revolution" (Los Héroes de la Revolución), Frederick Girsch. De izquierda a derecha: Washington, de Kalb, von Steuben, Pulaski, Kosciuszko, Lafayette y Muhlenbeerg. Frederick Girsch (Library of Congress).
El joven soldado llegó a Massachusetts el 23 de julio de 1777. Y el 11 de octubre de 1779 murió a bordo del Wasp por las heridas recibidas dos días antes en la batalla de Savannah. Tenía 34 años.

Casi dos siglos y medio después, el 6 de noviembre de 2009, el Senado y la Cámara de Representantes de los Estados Unidos de América resolvieron “proclamar póstumamente a Casimir Pulaski ciudadano honorario de los Estados Unidos”. Así, Pulaski fue uno de los ocho extranjeros que hasta el momento, han recibido tal distinción: Winston Churchill, Raoul Wallenberg, William Penn, la Madre Teresa de Calcuta, Hannah Penn, el Marqués de Lafayette y Bernardo de Gálvez y Madrid.

Pero mucho antes del otorgamiento de tan singular distinción, Casimir Pulaski venía siendo objeto de homenajes de toda índole, prácticamente desde el momento mismo de su muerte. Monumentos, parques, plazas, puentes, fuertes, buques de guerra llevan su nombre. Desde 1929 el Congreso estableció el Once de Octubre, día de su muerte, como el Casimir Pulaski Memorial Day. En Illinois y otros estados, es recordado en el primer lunes de marzo de cada año, por la fecha de su nacimiento.  
No es materia de esta evocación de Casimir Pulaski ahondar en lo biográfico. En los considerandos de la proclama del Congreso, se menciona su participación en las batallas de Brandywine, Charleston y Savannah. Destaca también la creación de la unidad de caballería que sería conocida como “Legión Pulanski” y recuerda las circunstancias de su muerte, así como los primeros homenajes que se le tributaron.

Nos detendremos sólo en dos aspectos que hacen a su trayectoria y persona. 

Casimir Pulaski es conocido como el “padre de la caballería americana”.  Y no sólo por haber sido el primer comandante de aquellas unidades, sino por haberle transmitido principios para su utilización que “permanecieron vigentes después de su muerte y fueron finalmente adoptados doctrinariamente” por el ejército estadounidense (Lanning, American Revolution 100…).

Durante el primer año y medio de la guerra, el ejército revolucionario carecía de tropas regulares de caballería, ya que “en las guerras precedentes no se habían usado unidades montadas, en tanto las fronteras e interminables bosques obstaban a su eficiencia, lo cual había llevado a la opinión de que la caballería nunca sería de gran valor en las zonas costeras...”. Pulaski no logró que la caballería fuera tenida en cuenta como una fuerza para actuar en conjunto con el resto del ejército, sino que se la dividía, adjudicándosele diferentes misiones. “Si la caballería hubiera actuado como un cuerpo actuando coordinadamente [con las demás fuerzas], ocupando diferentes posiciones en la línea” habría quedado claramente demostrada la utilidad de su intervención en el combate (Griswold-Simms-Ingraham, Washington and the Generals of the American Revolution…). 

Más aún. Uno de los biógrafos de Pulaski ha llegado a afirmar que si la caballería se “hubiera organizado y entrenado como Pulaski lo deseaba, basado en su experiencia europea, tal vez la Guerra de la Independencia Americana habría concluido mucho antes” (Szymanski, Casimir Pulaski: A Hero of the American Revolution).

No debiera extrañar entonces que Pulaski decidiera resignar el mando de la caballería, proponiendo al Congreso la creación de una unidad que respondiera a una de sus visiones básicas de su utilización táctica: una fuerza de combate en capacidad para adoptar acciones independientes basadas en la libertad de acción de su comandante  (Schmittroh-Rosteck, American Revolution Biographies), especialmente aptas para hostigar o aferrar al enemigo sorpresivamente, que en la actualidad podrían encuadrarse en la guerra de guerrillas. Autorizado para formarla, creó la que dio en llamarse “Legión Pulaski”, sobre cuyo modelo más tarde se crearían fuerzas similares. 

En los algo más de dos años que duró la actuación de Casimir Pulaski, no fueron pocas las dificultades y conflictos que debió afrontar. Desde el momento mismo en que fue designado al frente de la caballería revolucionaria, soportó desde objeciones formales hasta cuestionamientos personales que finalmente lo llevaron, como se ha dicho, a resignar su mando. Pero luego de su muerte y ya honrado con las innumerables distinciones a que se ha hecho referencia, ciertos historiadores comenzaron a poner en duda, si no el indiscutible e indiscutido valor de Pulaski, diferentes aspectos de su actuación y personalidad. 


"La Muerte del General Casimir Pulaski" o "Pulaski en Savannah", Stanislaw Batowski (Polish Museum of America). 

Un ejemplo acabado de aquellas opiniones disvaliosas lo da el siguiente párrafo: “Este título [el de Padre de la Caballería Americana] , así como su fama entre los inmigrantes polacos, es más simbólico que representativo de su real actuación. Pulaski nunca comprendió la democracia que los americanos buscaban, creyendo que su nacimiento en la nobleza continuaba privilegiándolo, aun cuando se encontraba en el exilio y a miles de millas de Polonia. De hecho, si no hubiera muerto en una carga de caballería a los treinta y cuatro años, nunca hubiera sido famoso. Pero era valiente y murió a resultas de heridas en combate. Pulaski nunca tuvo influencia en la Revolución  como la tuvieron otros oficiales aliados, Lafayette o Friedrich von Steuben por ejemplo…” (Lanning). 
Es posible que Casimir Pulaski pueda no haber comprendido “la democracia que los americanos buscaban...”, ya que se había unido a la causa revolucionaria, como lo indica la frase que motiva este trabajo, para defender la libertad, condición esencial y previa de la democracia. Y por la libertad ofrendó su vida.




© Rubén A. Barreiro 2015

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