Esto se dijo....
“Vine aquí, donde la libertad está siendo defendida, para servirla, y para vivir o morir por ella”. Conde Casimir Pulaski
La guerra que culminó en la independencia de las antiguas colonias inglesas de América del Norte, dando nacimiento a los Estados Unidos de América, tuvo en sus filas a muchos europeos quienes se unieron a las fuerzas revolucionarias atraídos por los principios que estas defendían. Muchos de ellos habían luchado por los mismos ideales de libertad en sus propios países. El Conde Kazimierz Michal Waclaw Wiktor Pulaski -quien entró en la historia como Casimir Pulaski- fue uno de ellos.
Nacido el 6 de marzo de 1745 en las cercanías de Varsovia, Casimir creció en los años en que el Reino de Polonia y el Gran Ducado de Lituania, que conformaban un estado dual, sufría una vez más el acoso de Rusia, que intervenía cada vez con mayor intensidad en los asuntos internos polacos. Para contrarrestar esa influencia que atentaba contra la libertad polaca, se formó la Confederación de Bar, uno de cuyos principales dirigentes era Jozef Pulaski, padre de Casimiro. Este, con diecinueve años, comenzó allí su carrera militar, que a los veinticinco lo haría “emerger como el más grande de los líderes militares polacos desde Sobieski, y como un hombre cuya devoción por la verdadera Polonia libre fue una inspiración para todos” ( Gessner, The Deeds of Kazimierz Pulaski).
Pero mucho antes del otorgamiento de tan singular distinción, Casimir Pulaski venía siendo objeto de homenajes de toda índole, prácticamente desde el momento mismo de su muerte. Monumentos, parques, plazas, puentes, fuertes, buques de guerra llevan su nombre. Desde 1929 el Congreso estableció el Once de Octubre, día de su muerte, como el Casimir Pulaski Memorial Day. En Illinois y otros estados, es recordado en el primer lunes de marzo de cada año, por la fecha de su nacimiento.
En
los algo más de dos años que duró la actuación de Casimir Pulaski, no fueron
pocas las dificultades y conflictos que debió afrontar. Desde el momento mismo
en que fue designado al frente de la caballería revolucionaria, soportó desde objeciones formales hasta cuestionamientos personales que
finalmente lo llevaron, como se ha dicho, a resignar su mando. Pero luego de su
muerte y ya honrado con las innumerables distinciones a que se ha hecho referencia, ciertos historiadores
comenzaron a poner en duda, si no el indiscutible e indiscutido valor de
Pulaski, diferentes aspectos de su actuación y personalidad.
La guerra que culminó en la independencia de las antiguas colonias inglesas de América del Norte, dando nacimiento a los Estados Unidos de América, tuvo en sus filas a muchos europeos quienes se unieron a las fuerzas revolucionarias atraídos por los principios que estas defendían. Muchos de ellos habían luchado por los mismos ideales de libertad en sus propios países. El Conde Kazimierz Michal Waclaw Wiktor Pulaski -quien entró en la historia como Casimir Pulaski- fue uno de ellos.
Nacido el 6 de marzo de 1745 en las cercanías de Varsovia, Casimir creció en los años en que el Reino de Polonia y el Gran Ducado de Lituania, que conformaban un estado dual, sufría una vez más el acoso de Rusia, que intervenía cada vez con mayor intensidad en los asuntos internos polacos. Para contrarrestar esa influencia que atentaba contra la libertad polaca, se formó la Confederación de Bar, uno de cuyos principales dirigentes era Jozef Pulaski, padre de Casimiro. Este, con diecinueve años, comenzó allí su carrera militar, que a los veinticinco lo haría “emerger como el más grande de los líderes militares polacos desde Sobieski, y como un hombre cuya devoción por la verdadera Polonia libre fue una inspiración para todos” ( Gessner, The Deeds of Kazimierz Pulaski).
Pese a
ello, nada pudo lograrse. Un último y desesperado intento de los patriotas fue
deponer al rey Stanislaw Poniatowski, que había sido
electo bajo la influencia de Catalina la Grande, intento que fracasó,
habiéndose acusado a los implicados, entre los que se contaba el joven Pulaski,
de haber tentado un regicidio. No quedó otra alternativa para Pulaski que la de
exiliarse, primero en Prusia y finalmente en París. Nunca volvería a su tierra.
Allí se enteró de la lucha que ya entonces se había entablado del otro lado
del mar y de inmediato pensó unirse a la misma, en lo que fue ayudado por el
conocimiento que había hecho en París de Benjamín Franklin, comisionado por los
revolucionarios ante el gobierno francés, quien le dio una carta de
recomendación para presentarla ante George Washington y el Congreso
Continental, en la que expresaba que su portador era “famoso en toda Europa por su valentía y su conducta en la defensa de
las libertades de su patria”.
El joven soldado llegó a Massachusetts el 23 de julio de 1777. Y el 11 de
octubre de 1779 murió a bordo del Wasp por
las heridas recibidas dos días antes en la batalla de Savannah. Tenía 34 años.
Casi dos siglos y
medio después, el 6 de noviembre de 2009, el Senado y la Cámara de
Representantes de los Estados Unidos de América resolvieron “proclamar póstumamente a Casimir Pulaski
ciudadano honorario de los Estados Unidos”. Así, Pulaski fue uno de los
ocho extranjeros que hasta el momento, han recibido tal distinción: Winston
Churchill, Raoul Wallenberg, William Penn, la Madre Teresa de Calcuta, Hannah
Penn, el Marqués de Lafayette y Bernardo de Gálvez y Madrid.
Pero mucho antes del otorgamiento de tan singular distinción, Casimir Pulaski venía siendo objeto de homenajes de toda índole, prácticamente desde el momento mismo de su muerte. Monumentos, parques, plazas, puentes, fuertes, buques de guerra llevan su nombre. Desde 1929 el Congreso estableció el Once de Octubre, día de su muerte, como el Casimir Pulaski Memorial Day. En Illinois y otros estados, es recordado en el primer lunes de marzo de cada año, por la fecha de su nacimiento.
No
es materia de esta evocación de Casimir Pulaski ahondar en lo biográfico. En los considerandos de la proclama del Congreso, se menciona su participación en las batallas de
Brandywine, Charleston y Savannah. Destaca también la creación de la unidad de
caballería que sería conocida como “Legión Pulanski” y recuerda las
circunstancias de su muerte, así como los primeros homenajes que se le
tributaron.
Nos detendremos sólo en dos
aspectos que hacen a su trayectoria y persona.
Casimir Pulaski
es conocido como el “padre de la caballería americana”. Y no sólo por haber sido el primer comandante
de aquellas unidades, sino por haberle transmitido principios para su utilización que “permanecieron vigentes después de su muerte
y fueron finalmente adoptados doctrinariamente” por el ejército
estadounidense (Lanning, American Revolution 100…).
Durante el
primer año y medio de la guerra, el ejército revolucionario carecía de tropas
regulares de caballería, ya que “en las
guerras precedentes no se habían usado unidades montadas, en tanto las fronteras
e interminables bosques obstaban a su eficiencia, lo cual había llevado a la
opinión de que la caballería nunca sería de gran valor en las zonas costeras...”.
Pulaski no logró que la caballería fuera tenida en cuenta como una fuerza para
actuar en conjunto con el resto del ejército, sino que se la dividía,
adjudicándosele diferentes misiones. “Si la
caballería hubiera actuado como un cuerpo actuando coordinadamente [con las demás fuerzas], ocupando
diferentes posiciones en la línea” habría quedado claramente demostrada la
utilidad de su intervención en el combate (Griswold-Simms-Ingraham, Washington
and the Generals of the American Revolution…).
Más aún. Uno de los biógrafos de Pulaski ha llegado a afirmar que si la caballería se “hubiera organizado y entrenado como Pulaski lo deseaba, basado en su experiencia europea, tal vez la Guerra de la Independencia Americana habría concluido mucho antes” (Szymanski, Casimir Pulaski: A Hero of the American Revolution).
No debiera extrañar entonces que Pulaski decidiera resignar el mando de la caballería, proponiendo al Congreso la creación de una unidad que respondiera a una de sus visiones básicas de su utilización táctica: una fuerza de combate en capacidad para adoptar acciones independientes basadas en la libertad de acción de su comandante (Schmittroh-Rosteck, American Revolution Biographies), especialmente aptas para hostigar o aferrar al enemigo sorpresivamente, que en la actualidad podrían encuadrarse en la guerra de guerrillas. Autorizado para formarla, creó la que dio en llamarse “Legión Pulaski”, sobre cuyo modelo más tarde se crearían fuerzas similares.
Más aún. Uno de los biógrafos de Pulaski ha llegado a afirmar que si la caballería se “hubiera organizado y entrenado como Pulaski lo deseaba, basado en su experiencia europea, tal vez la Guerra de la Independencia Americana habría concluido mucho antes” (Szymanski, Casimir Pulaski: A Hero of the American Revolution).
No debiera extrañar entonces que Pulaski decidiera resignar el mando de la caballería, proponiendo al Congreso la creación de una unidad que respondiera a una de sus visiones básicas de su utilización táctica: una fuerza de combate en capacidad para adoptar acciones independientes basadas en la libertad de acción de su comandante (Schmittroh-Rosteck, American Revolution Biographies), especialmente aptas para hostigar o aferrar al enemigo sorpresivamente, que en la actualidad podrían encuadrarse en la guerra de guerrillas. Autorizado para formarla, creó la que dio en llamarse “Legión Pulaski”, sobre cuyo modelo más tarde se crearían fuerzas similares.
"La Muerte del General Casimir Pulaski" o "Pulaski en Savannah", Stanislaw Batowski (Polish Museum of America). |
Un ejemplo
acabado de aquellas opiniones disvaliosas lo da el siguiente párrafo: “Este título [el de Padre de la
Caballería Americana] , así como su fama
entre los inmigrantes polacos, es más simbólico que representativo de su real
actuación. Pulaski nunca comprendió la democracia que los americanos buscaban,
creyendo que su nacimiento en la nobleza continuaba privilegiándolo, aun cuando
se encontraba en el exilio y a miles de millas de Polonia. De hecho, si no
hubiera muerto en una carga de caballería a los treinta y cuatro años, nunca
hubiera sido famoso. Pero era valiente y murió a resultas de heridas en
combate. Pulaski nunca tuvo influencia en la Revolución como la tuvieron otros oficiales aliados, Lafayette
o Friedrich von Steuben por ejemplo…” (Lanning).
Es posible que Casimir Pulaski pueda no haber comprendido “la democracia
que los americanos buscaban...”, ya que se había unido a la causa revolucionaria,
como lo indica la frase que motiva este trabajo, para defender la libertad,
condición esencial y previa de la democracia. Y por la
libertad ofrendó su vida.
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