Esto se dijo…
“… Los soldados de color… recibirán el mismo trato que los blancos…
ellos aspiran a sus mismos honores, y exhibirán su misma valentía”. Almirante Henri D’Estaing refiriéndose
a los soldados negros del regimiento Chasseurs Volontaires de Saint-Domingue,
que lucharían en el sitio y batalla de Savannah (septiembre-octubre de 1779)
Voluntarios negros de Santo Domingo en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos
Primera Parte
Savannah, en el estado de Georgia, es considerada una de las ciudades más bellas de losEstados Unidos. Llama la atención el trazado en
damero del casco histórico, con el intercalado simétrico de plazas muy
arboladas -predominan robles de antigua data-, rodeadas por edificaciones
tradicionales, muchas de las cuales datan de la época anterior a la Guerra
Civil.
En cada una de las plazas aparecen fuentes de
trabajada decoración, relojes de sol y monumentos que hacen a la rica historia
de la ciudad.
En una de esas plazas, la Franklin Square, se alza un
monumento singular. Sobre una base poligonal aparecen seis figuras, cuatro de
las cuales representan soldados con uniformes del siglo XVIII que hacen fuego
con sus mosquetes, en tanto uno de ellos, herido, yace a sus pies y un joven
tambor acompaña con sus redobles a los luchadores.
En cada una de las caras de la base de la plataforma,
aparecen leyendas que refieren a la historia que el monumento evoca. Tal
historia es la de la actuación de los Chasseurs
Volontaires de Saint-Domingue (“Cazadores Voluntarios de Santo Domingo”)
-en delante “”chasseurs”- en las
jornadas de septiembre-octubre de 1779, cuando en el sitio de la ciudad y
posterior batalla, las fuerzas inglesas enfrentaron a los independentistas
aliados con fuerzas francesas en un episodio singular de la Guerra de la
Independencia de los Estados Unidos.
La sola visión de este monumento y del interés que despertaba la
historia que el mismo representa, movió nuestra curiosidad y nos propusimos
ahondar en los detalles de las acciones de 1779.
Sobre el tratamiento histórico de los hechos. A poco
de avanzar en la investigación aparecieron dos circunstancias relevantes: la
primera de ellas, la ausencia de fuentes primarias confiables y precisas sobre
la actuación de los chasseurs (salvo
algunas notas en diarios y memorias de marinos franceses y otros documentos del
mismo origen). Pero sin dudas, lo que más llama la atención es el silencio que sobre
tales hechos se advierte en la vasta bibliografía estadounidense que trata
sobre la Guerra de la Independencia en general y de las acciones libradas en
Savannah en los meses de septiembre-octubre de 1779 en particular. George Clark, entre otros autores, ha señalado cómo los historiadores clásicos
americanos del siglo XIX así como muchos otros en el siglo siguiente han ignorado
la presencia de los chasseurs en
aquellos sucesos (en los últimos años pareciera que esa tendencia se ha revertido, como el caso, por ejemplo, de David L. Russell -ver Bibliografía-).
Recién en 1899 aparece un “occasional paper” cuyo autor, Theophilus
Gould Steward, tituló How the Black St. Domingo Legion Saved the
Patriot Army in the Siege of Savannah, 1779 (Cómo la Legión
Negra de Santo Domingo salvó al Ejército
Patriota en el Sitio de Savannah, 1779). Stewart, capellán negro del
ejército de los Estados Unidos, deja en
claro, desde el título de su trabajo, su intención de reivindicar la actuación
de los chasseurs. Y a través de ella,
su tesis principal: “La conexión entre el sitio de Savannah y la
independencia de Haití es trazada, física y espiritualmente, a través de la
actuación de la legión negra que en esa ocasión salvó al ejército americano”.
Tesis que basa en la presencia entre los chasseurs
de numerosos personajes que pocos años después tendrían una actuación relevante
en los hechos que llevaron a la independencia de Haití, en los cuales harían
valer la experiencia de Savannah, tanto en lo militar como en lo “libertario”.
¿Quienes
eran estos soldados al servicio del rey de Francia, todos ellos gente de color,
procedente de Santo Domingo, por entonces una colonia francesa? Desde 1777 Francia había decidido
unirse a los recién constituidos Estados Unidos en su lucha por la
independencia del dominio inglés. En ese marco, una poderosa flota francesa al
mando del almirante Charles Henri , Conde d’Estaing, que había atacado y
conquistado a las islas de Grenada y Saint Vicent, se dirigió a Santo Domingo,
arribando en julio de 1779 a Cap Français con el propósito de embarcar un
contingente con el que participaría en la lucha independentista.
Para integrarse a las tropas que navegarían con D’Estaing, el soberano francés, “teniendo plena confianza en la dedicación y
fidelidad de sus súbitos libres, gente de color de Santo Domingo”, ordenó
al Gobernador General de la colonia, Conde Robert d’Argout, formar, entre los
nombrados hombres libres, un cuerpo de unos seiscientos voluntarios. Así, el 12
de marzo de 1779, fue creado el Cuerpo de Chasseurs Volontaires de
Saint-Domingue, compuesto por diez compañías francas, cada una integrada por
sesenta y cuatro fusileros, “comandada
por un capitán, un teniente y un subteniente”, con las que se formaron los
dos batallones que componían el regimiento.
Portada de la Ordenanza por la que se ordena la formación de los chasseurs |
Existía
al respecto un antecedente: en 1762, y en el marco de la Guerra de los Siete
Años, cuando parecía inminente un desembarco en la isla por parte de las
fuerzas inglesas, se había creado una unidad que bajo la denominación de Chasseurs Volontaires d’Amérique, reunió
unos 500 hombres libres, de color. Al firmarse el Tratado de París en
1763, cesaron las hostilidades que
habían motivado la creación de la unidad y la misma fue disuelta.
Los chasseurs quedaron al mando de Laurent-François Lenoir, Marqués de Rouvray, un
oficial del ejército francés, veterano de la Guerra de los Siete Años y
próspero plantador en Santo Domingo. Negro como sus subordinados, en 1788 sería
honrado con la distinción de maréchal des
camps et armées por Luis XVI).
Cabe señalar
que la expresión “hombres libres” comprendía a
los denominados affranchis, esto
es hombres de color nacidos libres o esclavos liberados (de este y otros temas
relacionados los antecedentes de la independencia de Haití, nos hemos ocupado en un post anterior).
La
respuesta de “los hombres libres” a la convocatoria de 1779 fue contundente: se
presentaron 941 y aunque muchos desertarían al poco tiempo (alrededor del 20%)
, los restantes superaron en número a su contraparte de soldados blancos,
reunidos en los Grénadiers Volontaires
(“granaderos voluntarios”).
Durante
los ejercicios de adiestramiento llevados a cabo con los nuevos voluntarios,
sus oficiales -blancos en seis de las diez compañías- se mostraron gratamente
sorprendidos por la gran disposición que mostraban aquellos, así como sus
habilidades en el manejo de las armas.
Los oficiales blancos también señalaban, hablando de sus
subordinados, que “eran prácticamente
inmunes a las enfermedades tropicales que mataban a los europeos; su comida y
uniformes no debía ser importados; no tenían necesidad de calzado costoso ya
que habían andado descalzos durante toda su vida”. Y con relación a lo
específicamente militar, “los chasseurs
exhibían genuinas aptitudes militares; practicaban perfectamente sus rutinas
con armas y ejecutaban con celeridad y precisión todas las maniobras…”.
Los chasseurs arriban a Savannah. El 15 de agosto de 1779 la poderosa flota francesa partió hacia
Savannah. Su presencia en el lugar obedecía a la reacción que en el gobierno
revolucionario había despertado el cambio de la estrategia inglesa, encaminada
a controlar los territorios del sur y luego dirigirse hacia el norte para
aplastar la revolución independentista. En pos de ello, a finales de 1778 los
ingleses se adueñaron de la ciudad de Savannah, en la colonia de Georgia.
Se encomendó entonces al Mayor
General Benjamín Lincoln, a cargo del sector sur del Ejército Continental, hacer frente al ostensible propósito enemigo,
para lo cual, basándose en la ciudad de Charleston, comenzó a reunir tropas
para desalojar a los británicos de Savannah.
Pero para llevar a cabo su objetivo era imperativo que una flota se
estacionara en sus inmediaciones para impedir cualquier refuerzo o auxilio que
los británicos organizaran ante la amenaza.
Tal la misión de la flota francesa
al mando de D’Estaing. En sus treinta transportes, escoltados por cinco buques
de línea, se habían embarcado unos 3.500 hombres, pertenecientes a tropas regulares
francesas estacionadas en Santo Domingo (tres regimientos), Martinica y
Guadalupe, los granaderos voluntarios (blancos) y los chasseurs. Estos sumaban 545 hombres, sobre un total de unos 3.500.
Es decir que alcanzaban aproximadamente el 16% del conjunto.
El 1° de septiembre de 1779 la flota francesa llega a
la costa de Georgia y allí permanece sin desembarcar a sus fuerzas aguardando
la llegada a la zona de las tropas del general Lincoln. La llegada de los
buques causó revuelo entre los británicos: “nadie
podría haber pensado o creído que una flota francesa podría llegar a las costas
de Georgia en el mes de septiembre”. Como se verá, en el mes de septiembre
la temporada de huracanes está en su apogeo.
Continuará
© Rubén A. Barreiro 2018
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