viernes, 22 de julio de 2016

Recordando la batalla del Somme (III)

Hacia La Boisselle y el cráter de Lochnagar.

Vamos dejando detrás nuestro a la hermosa ciudad de Albert, con sus jardines, el apacible  Ancre que los recorre y el enorme mural que recuerda el episodio de la estatua dorada de la Virgen suspendida en la torre y que finalmente caería en medio de un bombardeo. Pronto reaparece, radiante, la campiña ondulada con sus sembradíos.
Un mural recuerda a la estatua de la Virgen suspendida
de la torre. Detrás, se ve una réplica (la original se
perdió después de su caída) que nuevamente corona

la torre.
El camino asciende suavemente, y a la derecha aparece un cementerio inglés, el Bapaume Post, donde descansan los restos de soldados pertenecientes en su mayoría a la División 34 (Tyneside) del Cuerpo Expedicionario Británico, que atacó las posiciones alemanas en la zona el 1° de julio de 1916. Muchos de ellos no han sido identificados.

Llegamos a La Boisselle, una pequeña población, y siguiendo los anuncios que señalan hacia “la Grande Mine”, por un camino que se adentra en la campiña, llegamos al “cráter de Lochnagar”.

La guerra de minas fue uno de las tantos recursos con  los que los beligerantes trataron de quebrar la situación del Frente Occidental, que se venía prolongando sin variantes desde los últimos meses de 1914. Hasta junio de 1916 se calcula que a lo largo de todo el frente los alemanes habían hecho estallar 126 minas y los británicos 101. En la preparación de la batalla del Somme, los británicos instalaron 17 minas que hicieron estallar a las 7:28 horas del 1°de julio, es decir dos minutos antes de la hora fijada para el comienzo del ataque (sólo una de ellas fue activada a las 7:20). Las dos más grandes fueron emplazadas al sur y al norte de La Boiselle. 

La mina de Lochnagar, ante cuyo cráter nos hallamos, tenía una carga de sesenta mil libras (27.216 kg, ¡27 toneladas!) de amonal. Para llegar al lugar, en diciembre de 1915 una compañía de tuneleros del Cuerpo de Ingenieros británico, había comenzado a cavar un túnel de más de trescientos metros de largo y la carga, dispuesta en dos lugares de la excavación, se colocó entre 16 y 18 de metros por debajo de la superficie (por separado ampliaremos lo relativo a diversos aspectos relacionados con el papel del minado en esta primera jornada de la batalla del Somme).
Explosión de una de las 17  minas británicas con que se abrió la batalla del Somme, en
Beaumont Hamel. No existen registros gráficos sobre la de Lochnagar.
Ahora, con asombro, contemplamos el gigantesco cráter que dejó la explosión. Más de noventa años después, las dimensiones originales: 90 metros de diámetro y más de 21 de profundidad, permanecen casi inalteradas.
Izq. El cráter en agosto de 1916. Dcha. En octubre de 1916 (Fotografías Imperial War Museum)

Hacemos un recorrido circular para rodear por completo el cráter. Hay muchos visitantes, gran parte de ellos son adolescentes que han llegado en dos buses. Cuentan que son estudiantes de una escuela secundaria cercana a Canterbury y que estos viajes se hacen regularmente en esta época de vacaciones y próxima a un nuevo aniversario del comienzo de la batalla.

El cráter tal como se encontraba durante nuestra visita, en 2009
Nos detenemos frente a una cruz que recuerda el hallazgo de los restos de un soldado escocés que fueron encontrados hacia fines de 1998. La identificación de los mismos es explicada en detalle en uno de los sitios más precisos y conmovedores que pueden consultarse sobre Lochnagar “…cada soldado del ejército británico estaba obligado a afeitarse diariamente. Los soldados cuidaban sus afeitadoras por lo que era muy poco probable que la prestaran a otros soldados. La encontrada con los restos, tenía grabados el nombre George y un número de serie, por lo que fueron identificados como los del soldados George Nugent” (http://www.lochnagarcrater.org/GeorgeNugent.html).

La cruz que señala el lugar donde fueron hallados los restos de George Nuggent y un detalle de la placa.
Al ir dejando este lugar tan especial, la infaltable “tienda de recuerdos” muestra despojos de la batalla que han sido encontrados en los campos de los alrededores. Llega en ese momento un pequeño y desvencijado camión y sus dos ocupantes, con inconfundible ropaje campesino, bajan una caja de la que asoman algunos hierros oxidados... la batalla continúa entregando despojos para que no la olvidemos.
© Rubén A. Barreiro 2016

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