lunes, 11 de julio de 2016

Recordando la batalla del Somme (II)

En la primera parte de este post, recordamos la visita que realizamos hacia fin de junio de 2009 a los campos donde la batalla fue librada. El primer hito del recorrido fue el Museo Somme 1916, en la Ciudad de Albert. Fueron muchas las fotografías que tomamos en esa ocasión, las que queremos compartir con algunos comentarios relacionados con la batalla.



A. En la batalla participaron tropas francesas, aunque en menor cantidad de la prevista dada la situación en Verdún. En la foto se observa un poilu, el soldado francés de infantería con su uniforme y casco de combate, aunque también se encuentra otro soldado con la tradicional indumentaria que el ejército francés utilizó durante los primeros meses de la guerra.
B. Un nido de ametralladoras alemán. En las reuniones de los días previos al 1° de julio se había transmitido a los jefes de regimiento británicos  “que el verdadero trabajo de destrucción de las defensas enemigas y de sus ocupantes sería llevado a cabo por la artillería antes de la Hora Zero [la del ataque  de la infantería]; que las alambradas enemigas estarían aplastadas, su artillería silenciada y los defensores enterrados en sus refugios subterráneos.y que la infantería se limitaría  a caminar hacia los objetivos señalados, adaptando su paso al del fuego de barrera que la iba precediendo y una vez en las trincheras alemanas, instalarse allí…” (Keegan, The Face of Battle). Sin embargo, cuando cesó el fuego de preparación haciendo evidente la inminencia del ataque, los alemanes que se había refugiado en abrigos muy profundos con la mayoría de sus ametralladoras, se apresuraron a ocupar sus posiciones en los parapetos de las trincheras disputando con los británicos que ya comenzaban su ataque, lo que Keegan ha descripto como una “carrera por el parapeto”, en la que quien llegara primero viviría. Y así “… fue en esos espacios abiertos en medio de la Tierra de Nadie que los servidores de las ametralladoras alemanas elegían sus blancos. Desde sus trincheras se oía el “tac-tac-tac” de las ametralladoras al atravesar de ida y vuelta las líneas interminables de los hombres que avanzaban.  Oleadas completas fueron barridas por el fuego. Los muertos yacían en largas filas en el sitio en que habían caído…” (Middlebrook, The First Day on the Somme).
C. Uno de los episodios más notables de un día notable. “El Capitán W.P.Nevill era un joven oficial a quien le gustaba pararse cada tarde en las banquetas de la trinchera y gritar insultos a los alemanes...Durante una licencia, Nevill compró cuatro pelotas de fútbol, una por cada pelotón bajo su mando. Al regresar, ofreció un premio para el primer pelotón que pateara la pelota a las trincheras alemanas en el día de la ataque. Uno de los pelotones escribió en la pelota que le fue asignada: La Gran Copa de Europa. La final. East Surrey vs Bávaros. Puntapié inicial a la Hora Zero”… El propio Nevill pateó... ‘Cuando cesó la barrera de artillería, vi como un infante saltaba desde el parapeto a la Tierra de Nadie y hacia señas para que los demás lo siguieran. Al hacerlo pateó una pelota de fútbol… buen disparo, la pelota se elevó y fue hacia las líneas alemanas…? [relata un soldado del regimiento al que pertenecía Nevill]… Los futbolistas ganadores del Octavo de East Surrey no pudieren cobrar el premio de su jefe. El Capitán Nevill había muerto en el ataque” (Middlebrook). Según Keegan, en otro sector hubo un hecho similar, cuando los integrantes de un regimiento “siguieron a una pelota pateada  por un conocido jugador”. Ya en diciembre de 1914, durante la llamada Tregua de Navidad, el fútbol habría estado presente, aunque bajo la pacífica e inusitada forma de “partidos” entre alemanes e ingleses. También durante la batalla de Loos hubo un hecho similar al del Somme.
D. Gases. Tanto durante la prolongada preparación de artillería que precedió a la batalla desde el 26 de junio, como en su transcurso, incluyendo el 1° de julio,  la artillería británica disparó granadas de gas. Lo propio hicieron los alemanes. En el fuego de barrera que se desencadenó al comienzo del ataque británico por parte de su artillería, se dispararon granadas de gas “para sorprender al enemigo que se estaba recuperando en sus refugios” de las consecuencias del terrible fuego preparatorio (Cook, No Place to Run: The Canadian Corps and Gas Warfare in the First World War). Se ha visto más arriba que esto fue ilusorio: en cuanto la artillería detuvo su embate, los soldados alemanes corrieron con sus ametralladoras a ocupar las posiciones desde las que diezmarían a los británicos...

E, H. La vida en las trincheras durante la Gran Guerra presenta facetas que a veces sorprenden por su aparente banalidad. Pero releyendo a Remarque, Graves, Sassoon, Barbusse y otros, una de las constantes de tal vida, junto con la omnipresente acechanza del peligro, es el aburrimiento, las largas jornadas donde el tiempo se desliza sin que nada suponga un cambio. “Debemos tomar nuestra situación lo mejor que podamos. Es por esta razón que aprovechamos cualquier ocasión para pasar directamente, brutalmente, sin transición, del terror a la chiquillada…”, narra el inolvidable Paul Baumer en Sin Novedad en el Frente. La vida en las trincheras se hace elemental y las metas vitales pasan por procurarse comida, dormir (“la guerra no sería tan mala si se pudiera dormir un poco más”, dice un camarada de Paul), luchar contra piojos y ratas, jugar interminables partidas de cartas o dominó…
F. Keegan señala que la persistencia en la continuación de los ataques masivos durante la jornada del 1° de julio, pese al desastroso resultado de los primeros momentos, más allá de si se trató o no de un error de apreciación de la situación, causó que innecesariamente cayeran heridos muchos más hombres e impidió auxiiar a quienes agonizaban en la Tierra de Nadie desde los primeros momentos del asalto. Si bien las estadísticas de las causas de las heridas durante la Gran Guerra otorga un lugar preponderante al fuego de artillería, durante el 1° de julo fueron abrumadoras las causadas por las ametralladoras.
G. Durante las Gran Guerra formaron parte del ejército británico numerosas unidades procedentes de dominios y colonias: Australia, Nueva Zelanda, Canadá, India, Sudáfrica.... Prácticamente todas ellas participaron, en uno u otro momento, en el Somme. Pero el 1° de julio, irónicamente, como lo apunta Middlebrook, sólo estuvieron presentes tropas de dos pequeñas islas: Terranova (Newfoundland) y Bermudas. El batallón de Terranova, que integraba la División 29,  fue una de las unidades que ese día sufrió más bajas: ¡el 90.9% de sus integrantes fueron muertos o heridos!  Por su parte, ochenta hombres del Cuerpo de Rifleros Voluntarios de Bermuda formaron parte del  Primer Batallón del Regimiento de Lincolnshire. En la fotografía se observan soldados de Australia e India. 


I. Una carcasa de obús acribillada. La disposición de los impactos desorienta: los hay de entrada y de salida. Los más grandes parecen sugerir una implosión.
J. Hallazgos en el campo de batalla: un reloj, un trozo de taza de porcelana con un retrato de von Hindenburg, un espléndido porta-tambor.
K. Pomada antigás. “Aplicar libremente en la zona afectada de la piel TAN PRONTO COMO SEA POSIBLE”. Su contenido, fuertemente alcalino, tenía como finalidad neutralizar los residuos de gas mostaza en la piel.
L. “…las mejores estadísticas disponibles muestran que las heridas por armas de filo fueron una fracción del uno por ciento de todas las heridas infligidas durante la Primera Guerra Mundial” (Keegan). En los combates cuerpo a cuerpo eran comunes los mazos y garrotes, e inclusive las palas.
M. En el centro un caltrop de gran tamaño y dos más pequeños. Arma defensiva muy antigua, usada, por ejemplo, por Eduardo III en la batalla de Crécy (1346) para detener a la caballería francesa. Se observa también un periscopio de trinchera y dos de las típicas granadas de mano alemanas, de las denominadas “de mango”.
N. Granadas francesas. Su denominación proviene de su forma de limón (citron) y de la fábrica que las produjo (Foug), cerca de Toul. Pesaba algo más de medio kilo y se consideraba “mortal” en un radio de cincuenta metros.


O. El pickelhaube era el tradicional caso prusiano utilizado por el ejército alemán al principio de la guerra y hasta comienzos de 1916 cuando fue sustituido por el stahhelm (casco de acero). Fabricado en cuero, el pickelhaube no se prestaba a los rigores y características de la guerra de trinchera donde era necesario preservar a los soldados de los fragmentos de granada y shrapnells. Hasta su reemplazo, en general estaba recubierto con lona sobre el que se pintaba el número del regimiento al que pertenecía su portador. Asimismo, en primera línea se quitaba la punta. El de la izquierda, perteneciente a un artillero de Baden, muestra, en lugar de la punta o pico, una esfera, que distinguía a  las tropas de artillería.   
P. Arte de trinchera. Si bien los ejemplos más conmovedores, cautivantes y que en muchos casos muestran un auténtico talento artístico se deben a soldados de diferentes nacionalidades que ocupaban las trincheras, en las que eran comunes algunos periodos prolongados donde el tedio se unía a las añoranzas y se plasmaba en estos objetos, la expresión “arte de trinchera” se extendió a objetos realizados por civiles -especialmente en las zonas ocupadas- y prisioneros de guerra. El común denominador estaba dado en tanto “el objeto y su creador estuvieran asociados, temporal o espacialmente, con un conflicto armado” (Sanders, Killing Time: Archaeology and the First World War). Si bien la “materia prima” de estos objetos puede ser tan variada como puede encontrarse en el campo de batalla, son las carcasas de los proyectiles de artillería las que proveen a los artistas del soporte material para el desarrollo de su inspiración.
Q. Diferentes tipos de granadas de artillería. En la mitad de la fotografía se muestra en corte el interior de un shrapnel, granada antipersonal de uso universal durante la Gran Guerra. En el fuego preparatorio que comenzó el 24 de junio y se extendió hasta el 1° de julio, se utilizó este tipo de proyectil, decisión que fue justamente criticada por su ineficacia durante esa etapa (por ejemplo, Keegan). Se alegó que se buscaba, entre otros blancos, destruir o deteriorar las alambradas alemanas, finalidad que luego quedó demostrado que no se alcanzó, al menos en la extensión pretendida. Sí fue apropiado su uso, al menos teóricamente, durante el fuego de barrera, tanto británico como alemán.     

© Rubén A. Barreiro 2016
















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