domingo, 25 de diciembre de 2016

Diciembre de 1914

La Tregua de Navidad


Segunda Parte (I)


¿Cómo se exteriorizó la Tregua? En la entrega anterior hemos visto cómo se fue gestando el movimiento que comenzó efectivamente el día de Nochebuena de 1914 y continuó con intensidad creciente hasta el 26 de diciembre, el denominado Boxing Day. El acercamiento de los soldados de ambos bandos se exteriorizó de diferentes maneras y con distinta intensidad. Profusión de árboles de Navidad y sus luminarias desde el lado alemán, cantos que iban desde los conmovedores villancicos hasta arias de ópera y canciones populares, intercambio de regalos, largas conversaciones y, por cierto, algo que de no haber sido cierto, mereció serlo, como esos partidos de fútbol de los que existen muy pocas pruebas pero que se recuerdan con un monumento rodeado de flores.


No existe mejor representación de lo ocurrido en aquellos días, que los relatos de los soldados, vertidos en sus cartas o diarios. Iremos transcribiendo los más notables por lo descriptivos, sin dejar de lado aquellos que hacen al profundo impacto emocional que este acontecimiento causó en quienes en él participaron.

            Un presagió climático.

Los soldados de uno y otro bando hablan sobre un asombroso cambio climático, que de la lluvia y nieve de los días anteriores pasó a días luminosos y noches serenas. 

Cuenta un soldado, y reflexiona: “Tiempo de postal de Navidad… tiempo que recuerda a la gente en casa, y a la Navidad en tiempo de paz, no el tiempo riguroso e incierto de la guerra”.

Y otro agrega: “Fue muy agradable cuando esa mañana abrí la gran puerta del granero y vi una escena típica de la Navidad: el aire puro y límpido, y una deslumbrante escarcha blanca en todas partes”.

Karl Aldag, estudiante de filosofía, soldado alemán: “Era la noche más bella y diáfana que habíamos tenido en mucho tiempo, tan calma y pura como la Navidad… El suelo estaba escarchado, tapando el barro y la suciedad…"

            Nochebuena: los primeros indicios de que “algo estaba pasando”: cese del fuego, silencio, árboles de Navidad y villancicos…

De todos los relatos existentes, uno de los hechos en los que todos están contestes es que las primeras exteriorizaciones de la Tregua surgieron de los alemanes y se manifestaron con la exhibición en los parapetos de cientos de árboles de Navidad, iluminados con velas o lamparillas, acompañada por cantos de villancicos. 

El Árbol de Navidad, el Tannenbaum, “el más visible y el más alemán de los símbolos de Navidad”, como lo define Perry, cuya “…presencia física o imaginaria… a la mente los lazos entre los soldados y sus familias, desgarrados por la guerra”.

Un suboficial alemán: “El tannenbaum es más importante que la guerra. Nadie podría impedir que la celebración de la Nochebuena ocurriera en medio de los árboles navideños”.

Un teniente alemán: “Al mediodía del día de Nochebuena, el fuego cesó completamente… Por cierto que no era común que del otro lado tampoco dispararan…Un oficial preguntó: ¿Esperas un ataque por sorpresa? Porque la situación es inusual. No, le contesté, no lo creo…Pasó la noche, no se disparó un solo tiro”.

Un soldado inglés, del IV Cuerpo: “Algo en las líneas alemanas hizo que nos restregáramos los ojos y miráramos nuevamente. Aquí y allá, por encima de los parapetos, se veían unas pequeñas luces de colores…Desconfiábamos mucho y conversábamos sobre esta extraña actitud del enemigo, cuando ocurrió algo todavía más extraño: los alemanes estaban cantando… Y de pronto, oímos una potente y clara voz que entonaba ‘Annie Laurie’ [una antigua canción escocesa popular en esos días] en un inglés perfecto y quedamos embelesados…¡Nos pareció que la guerra había cesado súbitamente… y cuando se apagaron las últimas notas, los aplausos estallaron en nuestra trinchera…¡Otra, otra, viejo Fritz!”.

Un soldado del 2/Queens Royal Regiment: “Era una hermosa noche de luna, el suelo escarchado, blanco… Hacia las siete u ocho de la tarde notamos que en las trincheras alemanas había movimientos… y aparecieron esas luces… no sabíamos qué eran… Y entonces comenzaron a cantar: Stille Nacht, Heilige Nacht, Noche de Paz, Noche de Amor…, Nunca lo olvidaré, ha sido uno de los momentos que marcaron toda mi vida…”.

Un infante inglés, del III Cuerpo: “De pronto aparecieron luces a lo largo del parapeto alemán, que pertenecían a árboles de Navidad adornados con velas encendidas, que ardían constantemente en el aire calmo y muy frío…’¡vengan a ver esto, lo que está pasando!’. Entonces nuestros oponentes comenzaron a cantar ‘Stille Nacht, Heilige Nacht’… pensamos que debíamos retribuirles de alguna manera, así que cantamos ‘The First Noel’… cuando terminamos comenzaron a aplaudir … y así continuó… hasta que empezamos a cantar ‘O Come All Faithful’ y los alemanes inmediatamente se nos unieron cantando el mismo himno en latín, Adeste Fideles”.

“Sangre y paz, odio y fraternidad, la paradoja más asombrosa de la guerra”, reflexiona el soldado inglés Frederick Hearth, cuando cuenta que la noche de la víspera de Navidad “a largo de toda la línea de trincheras se oyó un saludo extraño en la guerra: ‘Soldado inglés, soldado inglés, Feliz Navidad, Feliz Navidad… Vengan, acérquense…’ Los oficiales, temiendo una emboscada, ordenaron a sus hombres que callaran. Pero la respuesta no se hizo esperar de uno a otro extremo de la trinchera. ¡Cómo podíamos resistir desearnos una feliz Navidad unos a otros, aun cuando muy poco antes nos atacábamos sin cesar! La noche dio paso al alba… No hubo un solo disparo…”

Un soldado británico pregunta a sus padres: “¿Pueden imaginarse que, mientras ustedes comían su pavo, yo estaba hablaba, estrechando sus manos, con los mismos hombres que pocas horas antes había tratado de matar?¡Algo asombroso!”.

Boxing Day, 26 de diciembre de 1914 (IWM)

En noviembre de 2005 murió a los 109 años Alfred Anderson, el último de los veteranos conocidos que participo en la Tregua de Navidad como miembro del Regimiento Black Watch, de Escocia. Poco antes de fallecer, Anderson evocó aquellos momentos: “Recuerdo el silencio, el inquietante sonido del silencio. Esa mañana reinaba un silencio absoluto, que se extendía por todo el frente más lejos de lo que la vista alcanzara. Gritamos ‘Feliz Navidad”, aun cuando ninguno de nosotros se sentía feliz. Temprano por la tarde finalizó el silencio y nuevamente comenzó la matanza…”.

Nuevamente, Karl Aldag  cuenta que en tanto progresaba la fraternización: “… reinaba un silencio extraordinario, que parecía casi sobrenatural”.

Los relatos individuales son corroborados por algunos partes oficiales de diversas unidades…

Del Diario de Guerra de un regimiento británico: “No sucedió nada de importancia hasta las 8 p.m., cuando los alemanes colocaron lámparas en sus parapetos y comenzaron a cantar. Gritaban cosas como ‘Ingleses, si ustedes salen y hablan con nosotros, no les dispararemos’. Nuestros hombres comenzaron a salir y se encontraron con los alemanes entre las trincheras, conversando. Una buena parte de los alemanes hablaban buen inglés. Están bien vestidos y afeitados, bien físicamente, aunque mostraban edades extremas… Se recibieron informes sobre esta curiosa situación –una ‘tregua de soldados’-: 8:30 p.m. Los alemanes iluminaron sus trincheras, están cantando y nos desean Feliz Navidad. Se intercambian saludos, aunque no obstante se toman todas las precauciones militares”. Nótese que el propio parte habla de “una tregua de soldados”.

Del Diario de Guerra de una brigada del III Cuerpo británico: “Luego de una noche totalmente libre de francotiradores, tuvo lugar una suerte de tregua informal durante todo el día. Los alemanes, a quienes no se les permitió estar cerca de nuestras alambradas, se reunieron muy amigablemente entre las líneas con nuestros hombres, intercambiando entre sí cigarros, cigarrillos y periódicos”.

El Diario de Guerra de los Guardias Escoceses menciona que un soldado Murker, “se encontró con una patrulla alemana, los soldados lo convidaron con whisky y unos cigarros y le pidieron que cuando volviera a su trinchera transmitiera a los demás que si no disparaban contra los alemanes, estos no nos dispararían”.

El Brigadier General Walter Congreve, al mando de una de las brigadas de la BEF y padre de Billy Congreve, citado más adelante, contiene una notable cita en su diario, que es reveladora de más de un hecho relacionado con la Tregua: “Luego del almuerzo… me enteré de una extraordinaria situación… Las tropas habían concertado por su cuenta una tregua en la mañana y todo el día habían estado caminando y fumando juntos. Los oficiales también lo hicieron, inclusive un coronel. A las 4 p.m. todos acordaron volver a sus trincheras y a medianoche recomenzaría el fuego…” (el destacado es nuestro, en tanto muestra la extensión de los hechos a la oficialidad, y no sólo a la subalterna).

Navidad. La fraternización asume proporciones multitudinarias…

Un capitán galés: “Los sajones comenzaron a gritar: ¡No tiren, les traeremos cerveza si ustedes vienen! Ante la invitación, algunos de nuestros hombres se mostraron por encima del parapeto, agitando las manos. Los sajones se inclinaron sobre su parapeto e hicieron rodar un barril de cerveza hacia nosotros. Entonces aparecieron muchos sajones, desarmados y también lo hicieron nuestros hombres. Alguien advirtió que los alemanes podían atacar, y sólo dos o tres de los nuestros salieron de la trinchera y trajeron el barril. Otro trajo unos cigarros. Todos los sajones salieron de sus trincheras y nos llamaron para que cruzáramos…”.
Soldados británicos (a la izquierda y en el centro), con sajones de los regimientos 104 y 106 (IWM)
Un capitán inglés, III Cuerpo: “Todos nuestros hombres salieron de las trincheras y se sentaron en el parapeto, los alemanes hicieron lo mismo y conversaban unos con otros en inglés, o algo parecido. Hablando en alemán, les pedí que cantaran un volkslied, lo que hicieron. Nuestros hombres también cantaron, bastante bien. Todos aplaudían y animaban… Era una escena curiosa, una agradable noche con luna, las trincheras alemanas con pequeñas luces, y los hombres de ambos bandos reunidos en los parapetos…”.

Un soldado alemán escribe a su casa el 28 de diciembre: “Otro [soldado inglés] me dio un pañuelo, otro firmó con su nombre una tarjeta postal, el cuarto anotó su dirección en mi cuaderno. Los soldados conversaban entre sí tanto como podían… Un inglés tocaba la armónica de un camarada alemán, otros bailaban, e inclusive otros se mostraban orgullosos probándose un casco alemán”.

Un soldado inglés entrega una carta postal a un camarada alemán, en la que dice: “Con mi deseo de una muy feliz Navidad y un rápido final de la guerra”.

Llegan los reemplazos y se unen a la Tregua

Un joven teniente de un regimiento de sajones: “En Nochebuena nos ordenaron ir a las trincheras… marchábamos hacia ellas cargados de regalos. Todo estaba en silencio. No se oían disparos. Nevaba apenas. Pusimos un pequeño árbol de Navidad en nuestro refugio… colocamos otro, iluminado, en el parapeto y comenzamos a cantar nuestras viejas canciones de Navidad…” .

“A las tres de la mañana del 26 de diciembre, nos movíamos hacia las trincheras. Todo estaba helado. Me preparé para ser recibido por fuego intenso. Pero es de imaginar mi asombro cuando no hubo un solo disparo. Los hombres que relevábamos nos contaron que habían estado intercambiando cosas con los ingleses, algo que nos pareció muy loco. Pero, como prueba, encontré algunos cigarrillos ingleses en mi refugio, los que eran muy agradables”.

Futbol.

Uno de los aspectos de la Tregua de los que más se ha hablado es si efectivamente se jugó al fútbol en la Tierra de Nadie entre británicos y alemanes. Existen algunos testimonios al respecto…

Un teniente alemán, sobre un match entre un regimiento sajón y uno de highlanders escoceses: “Apareció un soldado escocés con una pelota de fútbol que parecía haber surgido de la nada y pocos minutos más tarde se inició un partido…No era fácil jugar en terreno helado, pero seguíamos, ateniéndonos rigurosamente a las reglas… Pero luego de una hora de juego, cuando nuestro comandante se enteró, ordenó terminarlo de inmediato…El juego terminó tres a dos a favor de ‘Fritz’ contra ‘Tommy”.



Un soldado inglés: “…Pienso que habría por lo menos doscientos jugadores…No había ninguna clase de mala fe… No había referí, no era necesario en esa clase de juego… No había score, ninguna clase de puntuación, era simplemente un amontonamiento…En lo que a mi concierne, no duró mucho tiempo, siendo sincero, no confiaba mucho en ellos”.

En el Daily Mail del 30 de diciembre de 1914, reproducido en el New York Times, un despacho recoge los dichos de un fusilero británico: “El día de Navidad jugamos al futbol delante de nuestras trincheras y pedimos a los alemanes que enviaran un equipo para jugar con nosotros. Pero no lo hicieron sea porque consideraron que el suelo estaba demasiado duro luego de una noche de heladas, sea porque los oficiales lo impidieron”.
Monumento erigido por la UEFA en  Ploegsteert, Flandes, Bélgica 
En general, los testimonios apuntan a que se trató de “encuentros” multitudinarios entre soldados británicos. Más controvertido es el hecho de partidos con los alemanes. Sólo parece más o menos probado que se disputó un partido entre sajones e ingleses. Con relación a este partido, el teniente Johannes Niemann cuenta: “De pronto apareció un Tommy con una pelota de fútbol, pateándola y bromeando, y entonces comenzó un partido… los equipos se formaron rápidamente sobre el barro congelado y los Fritz vencieron a los Tommies por 3 a 2”. El New York Times del 1° de enero, publica la carta de un mayor británico, en la que expresa: “El regimiento en realidad jugó un partido de fútbol con los sajones, a quienes batió por 3 a 2”. Hay acuerdo en el resultado, pero no con respecto al vencedor…

Con no poca lógica, el soldado Runcie, de un regimiento escocés, señala un hecho irrebatible: “Algunos cronistas del incidente de la tregua, han sostenido que se disputó un partido de fútbol en la Tierra de Nadie. Tal no es el caso, ya que los embudos de las granadas, las zanjas y surcos, las alambradas de púa y el terreno pantanoso lo hacían imposible”.


© 2016 Rubén A. Barreiro

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