Esto se dijo....
“Mi amigo, no tendremos necesidad de fabricarlo. En dos meses doblegaremos a los Boches”. Mariscal Joseph J.C. Joffre.
Jean-Baptiste Duroselle, el gran
historiador autor de La Grande Guerre des
Français, recuerda que en noviembre de 1914, el Coronel Jean Pénelon,
oficial de enlace con el Gabinete Militar del Presidente Poincaré propuso al
Mariscal Joffre un proyecto de casco para sustituir el tradicional quepis
francés. El Generalísimo le respondió con la frase del epígrafe.
Mariscal Joseph Joffre |
Expresión de deseos alejada de la
realidad en la que se había convertido el Frente Occidental una vez que la “carrera hacia el mar” emprendida por
alemanes y franceses luego de la batalla del Marne, se había transformado en un
ininterrumpido sistema de trincheras que iba desde el Mar del Norte hasta la
frontera con Suiza y que se mantendría con ligeras modificaciones hasta unos
meses antes del armisticio del 11 de noviembre de 1918.
En los meses y años que
siguieron, el uso intensivo de la artillería causó cientos de miles de muertos
y heridos graves. Las primeras estadísticas mostraban que durante el año 1914
las bajas causadas por la artillería representaron el 75% por ciento del total
y entre 1916 y 1917, cuando la guerra de trincheras estaba firmemente
instalada, dicha cifra creció al 78%. Una gran parte de estas bajas se originaba en fragmentos de pequeño tamaño y baja velocidad, provenientes de
granadas al estallar y especialmente en el
uso de proyectiles antipersonal, los llamados shrapnel, que al estallar en
altura “sembraban” centenares de pequeñas esferas metálicas que se proyectaban
sobre las tropas que se encontraban en sus posiciones defensivas o bien
atacando masivamente. De allí que las
heridas en la cabeza predominaban (durante la batalla de Verdún, por ejemplo, el
porcentaje de dichas heridas ascendía al 28,3% -en esta batalla, el 85% de las
bajas fueron causadas por la artillería-).
Se hizo necesario entonces
introducir un elemento que protegiera de tales heridas. En el ejército francés se recurrió primero a la denominada “cervelière”, especie de yelmo
semiesférico, construido con una chapa de acero enteriza de 0,5 mm de espesor, que
se usaba debajo del quepis. Pese a que, al menos en teoría, con su uso las
heridas en la cabeza podrían llegar a reducirse hasta en un 60%, resultaba
incómodo, ya que se desplazaba con frecuencia con el movimiento del soldado y no
tenía ventilación alguna por lo que era común que quienes lo portaban tuvieran
fuertes y continuos dolores de cabeza. Y lo principal, en la práctica la
protección que brindaban no compensaba los inconvenientes que causaban. Se
fabricaron unos 700.000 y comenzaron a usarse en el invierno de 1914. Al adaptarse
el casco Adrian, las cervelières tuvieron
usos diversos según la imaginación y necesidad de los soldados (higiene
personal, calentar alimentos en situaciones de aislamiento, ubicándolas en los
parapetos de las trincheras para tener a mano proyectiles, etc.)
El 21 de febrero de 1915
(premonitoriamente un año antes del comienzo de la batalla de Verdún), el
Ministerio de la Guerra decide, por pedido de Joffre -lejos quedaba su
vaticinio de noviembre de 1914-, dotar a sus soldados con un casco de acero. El
15 de abril de 1915 el Coronel de Intendencia Louis Auguste Adrian, un
brillante oficial de ingenieros e inventor, propone un modelo de casco sobre
las premisas que enuncia ante Joffre: peso reducido, máxima protección aunque
sin pretender detener proyectiles frontales, fabricación inmediata en grandes
cantidades. Sobre estas bases,
y después de rechazar varios proyectos, Adrian trabajó con un jefe de planta de
la empresa Japy Frères, Louis Kuhn, creándose
el “casco de modelo general M15”, como se denominaría oficialmente, aunque
nunca se conocería, con toda justicia, sino con el nombre de su creador.
La forma del casco se asemejaba
al de la “bourguignotte”, usado a
partir de mediados del siglo XVI. Formado por cuatro piezas de acero laminado
de 0,7 mm de espesor, su peso oscilaba, según el modelo y talla, entre 670 y
770 gramos. El casco tenía buena aireación y poseía un barbijo ajustable para
evitar oscilaciones o desajustes. Su costo (3,35 francos de la época) era
inferior al del simple quepis (3,80 francos.) En la parte frontal los cascos
tenían una insignia según el arma a la que pertenecía el portador y en todos
los casos las iniciales RF (Republique Française). En la ofensiva de Champagne
iniciada el 25 de septiembre de 1915, se distribuyeron1.600.000 nuevos cascos.
En todo el curso de la guerra se fabricaron más de siete millones.
El casco Adrian se convertiría un
distintivo irreemplazable del ejército francés y un símbolo ligado
indisolublemente al poilu, el infante
francés de la Gran Guerra. A tal punto ello es así, que el 18 de diciembre de
1918, el Gobierno de la República Francesa dispuso, como reconocimiento, atribuir
un "Adrian" a cada uno de los oficiales y soldados que habían participado en la
contienda o a los familiares de quienes habían muerto. En la visera llevaba una denominada “plaqueta
del recuerdo” con la inscripción “Soldado de la Gran Guerra 1914-1918” y el
nombre y grado correspondiente.
La "Plaqueta del Recuerdo" |
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