Esto se dijo...
“…dos turbas armadas persiguiéndose una a otra alrededor del país, de la cual nada puede aprenderse”. Atribuido a Helmuth von Moltke, Jefe del Estado Mayor de Prusia, sobre la Guerra Civil de los Estados Unidos.
Historiadores de la talla de Bruce Catton o Jay Luvaas transcriben la frase, aunque en ambos casos aclaran que no existe prueba documental sobre la misma. Ambos inclusive dudan de su verosimilitud. Catton recurre, en todo caso, a una situación hipotética: desde el punto de vista de Moltke, dice, la frase en cuestión pudo ser una apreciación adecuada, pero, agrega, “sospecho que en 1864, unidades tales como el Ejército del Norte de Virginia de Lee o el de Cumberland de Thomas, podrían haber puesto en apuros a cualquier ejército europeo de tamaño similar”.
El general Sherman, con la tosquedad que lo caracterizaba, dijo que si bien conocía a Moltke, nunca le había preguntado nada al respecto, “ya que no puedo presumir que sea tan asno como para haber dicho eso”.
General Helmuth von Moltke |
El general Sherman, con la tosquedad que lo caracterizaba, dijo que si bien conocía a Moltke, nunca le había preguntado nada al respecto, “ya que no puedo presumir que sea tan asno como para haber dicho eso”.
Una de las características más destacadas de la Guerra Civil fue el uso intensivo de medios tecnológicos. Al decir de J.F.C. Fuller, fue la “primera de las guerras totalmente industrializadas… poniendo a prueba los perfeccionamientos militares de la revolución industrial”. Por tal razón, unida a que el objetivo, manifiesto y declarado, del Norte era obtener la rendición incondicional de la Confederación, por medio de la eliminación de su voluntad de lucha y no simplemente por la ocupación de su territorio -descartando la doctrina del objetivo limitado y acercándose al concepto de guerra total-, Fuller considera que el conflicto Norte-Sur “inició un capítulo totalmente nuevo en la historia de la guerra”.
El Estado Mayor del Ejército de Prusia, bajo la jefatura de Moltke, a partir de 1860 comenzó a trazar un camino que conduciría hacia una doctrina de guerra compatible con los nuevos desarrollos tecnológicos, no sólo en lo que hace al armamento, sino en especial a los ferrocarriles y las comunicaciones basadas en el telégrafo. Por ello, la frase que se atribuye a Moltke, en el mejor de los casos y de ser cierta, pudo haber sido inducida por una deficiente información de lo ocurrido en los Estados Unidos, donde el uso de tales medios y de muchos otros (submarinos, acorazados, globos aerostáticos, etc.) había quedado de manifiesto.
Algunos de los elementos tecnológicos utilizados durante la Guerra Civil |
La Guerra Civil de los Estados Unidos, al decir de John Keegan, fue una de las más misteriosas de las grandes guerras. Misteriosa por lo inesperada, por su intensidad, por la enorme adhesión de las capas más pobres de la población del Sur -‘una guerra de ricos, peleada por pobres’- pero, concluye el gran historiador militar, “la habilidad de un enemigo superado económicamente y en cantidad de tropas por el otro, como ocurrió con el Sur respecto del Norte, para continuar la lucha en semejante gran escala, constituye el gran misterio de la guerra”.
Basil Liddel Hart, dice que un analista que luego de ocuparse de la Guerra de Secesión lo hace con respecto a las que en Europa “le pisaron los talones”, probablemente quedaría impresionado sobre todo con lo extremado de los contrastes entre una y otras. Y señala, para diferenciarlas, que en las campañas de Moltke de 1866 -contra Austria- y 1870 -contra Francia-: 1. Que ambos bandos estaban, al menos nominalmente, preparados para enfrentarse. 2. Que sus ejércitos eran profesionales. 3. Que los altos mandos cometieron más errores flagrantes y estimaciones erróneas que cualquiera de los bandos de la Guerra Civil. 4. Que la estrategia prusiana en ambas guerras adolecía de calidad y sutileza. 5. Que, pese a todo ello, el conflicto fue resuelto rápidamente.
Un oficial del ejército alemán, el Teniente Coronel Kay Brinkmann, es autor de una tesis de título sugerente: “Observaciones y evaluaciones alemanas de la Guerra Civil de los Estados Unidos: Un estudio sobre lecciones no aprendidas” (Fort Leavenworth, 2000). Y de contenido más que interesante, donde se dan las razones por las cuales, más allá de lo atribuido a Moltke, las valiosas enseñanzas que surgen del desarrollo de la Guerra Civil, tanto en el nivel estratégico como en el táctico, no fueron objeto de la consideración que merecían por parte del ejército prusiano y de su sucesor alemán. En general, dice, los militares germanos no desarrollaron un análisis de la Guerra Civil que los llevara a conclusiones prácticas y aplicables en su propia esfera, ni tenían interés en hacerlo. Lo cual quedó demostrado cuando el ejército sólo envió a un observador, el capitán Justus Scheibert.
Scheibert llegó en marzo de 1863 con una misión más que limitada: en su condición de oficial de ingenieros, debía obtener datos acerca del “efecto de la artillería de cañón rayado sobre obras de tierra, mampostería y hierro”. Su misión duró unos siete meses y trascendió con mucho la misión encomendada. Se dirigió al territorio de la Confederación y contempló, “desde lo alto de un roble al que había trepado”, el panorama de la batalla de Gettysburg, acompañando al Estado Mayor del General Lee. Estuvo presente asimismo en el sitio de Charleston por las fuerzas de la Unión. Brinkmann es riguroso al juzgar el trabajo de Scheibert, criticando en especial su visión parcial debido a los fuertes vínculos establecidos con el Alto Mando de la Confederación.
Scheibert publicó sus experiencias en 1874, “provocando en Alemania un estallido de publicaciones sobre la Guerra Civil”. Sin embargo, como lo apunta Jay Luvaas, en 1880 la mayoría de los militares alemanes había dejado de interesarse en la Guerra Civil, ni se enseñaba en la Academia de Guerra. Los teóricos alemanes, dice Luvaas, coincidían en dos aspectos: sólo la ofensiva podría lograr la victoria y era necesaria, tanto por razones económicas como militares, una guerra corta. Por lo tanto una guerra de desgaste, como lo había sido la Guerra Civil, era lo que había que evitar.
Durante la Primera Guerra Mundial aparecen, no obstante, todos los rasgos que más de medio siglo antes se habían perfilado en la Guerra Civil: enormes ejércitos compuestos en su mayoría por personal reclutado y en los que los profesionales eran minoría, uso intensivo y creciente de la tecnología, supremacía de la defensa sobre la ofensiva traducida en una prolongada guerra de desgaste con las fuerzas antagónicas atrincheradas, enorme cantidad de bajas, asignación prioritaria de los recursos nacionales al esfuerzo bélico… Viene a cuento entonces lo expresado en su momento por J.F.C. Fuller: “Si las naciones europeas hubieran estudiado las lecciones derivadas de la guerra civil americana y memorizado sus diferentes aspectos, no habrían cometido durante la Primera Guerra Mundial los grandes errores tácticos que se registraron durante su transcurso”.
© Rubén A. Barreiro 2016
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