Esto
sucedió el…
16 de
diciembre de 1944
Comienzo de la batalla de las
Ardenas
La última ofensiva alemana en el
Oeste
El
16 de diciembre de 1944 Adolfo Hitler desencadenó la que sería la última gran
ofensiva alemana en el frente occidental europeo. Como sucediera en 1914 y en
la ofensiva de mayo de 1940, el ataque se llevó a cabo en la zona boscosa de
las Ardenas, que ocupa principalmente territorios de Bélgica y Luxemburgo, en
un frente que se extendía por aproximadamente sesenta millas (unos cien
kilómetros). Trece divisiones de infantería y cinco divisiones panzer asestaron
el golpe inicial, con 200.000 hombres, cerca de 1.000 tanques y unos 1.700
cañones. En una segunda ola se empeñaron cinco divisiones adicionales y otras,
con unos 450 tanques, permanecieron en reserva. El propósito de Hitler era la
recuperación de la iniciativa perdida en el Oeste desde el desembarco de
Normandía, con un objetivo estratégico de primer orden: el puerto belga de
Amberes, que ya los aliados comenzaban a utilizar para su aprovisionamiento.
Dadas
las características de la lucha, con numerosas batallas libradas por ejércitos
enfrentados que en ciertos momentos sumaron cerca del millón de hombres, se ha
dicho con razón que más que hablar de una batalla, es más razonable hacerlo sobre una “campaña de las Ardenas”.
Luego
de una áspera y continua lucha, que del sector de las Ardenas se había
extendido a Alsacia, el Alto Mando aliado la dio por finalizada el 25 de enero
de 1945, aunque de hecho en algunos sectores de Alsacia continuó hasta los
primeros días de febrero de 1945. Hacia el 2 de enero de 1945, al iniciarse el
ataque aliado para reducir el saliente creado en el frente por la ofensiva, el
ejército alemán tenía empeñadas ocho divisiones mecanizadas, veinte de
infantería y dos brigadas mecanizadas. La frustrada ofensiva final representó
un alto costo en bajas: el ejército de los Estados Unidos tuvo un total de
80.987, de las cuales 10.276 muertos. Los alemanes un número indeterminado
entre 81.800 y 103.000.
Es
nuestro propósito circunscribir esta evocación de la batalla a la etapa de su
concepción y planificación, dejando de lado lo relativo a su desarrollo que,
por su extensión y complejidad excede la naturaleza de esta página. Como en
anteriores oportunidades, el énfasis se pondrá en las diferentes opiniones y
comentarios de quienes participaron en tal etapa, como asimismo en los de algunos de
los autores que se han ocupado del tema.
A
mediados de septiembre de 1944 Alemania aparecía rodeada de peligros que auguraban una derrota más que posible y no lejana. En el Este, el Ejército Rojo estaba en la
frontera de Prusia Oriental y había cruzado el Vístula en varios puntos. En el
Oeste, los americanos habían hollado el suelo alemán en las cercanías de
Aquisgrán y los británicos en Holanda. En Italia, finalmente, el ejército
alemán al mando de Kesselring defendía en la Línea Gótica el avance aliado
hacia el valle del Po. Bulgaria y Rumania habían cambiado de bando, uniéndose a
los rusos. Finlandia había concluido con estos un armisticio y pronto estaría
luchando contra Alemania en la región de Laponia.
“Una mirada histórica retrospectiva puede dar la impresión de que sólo un líder despojado de razón podía creer, a mediados de septiembre de 1944, que Alemania estaba en condiciones de asestar nuevamente un golpe poderosos y contundente”.
La situación de los distintos frentes en la víspera de la ofensiva. |
“Acabo
de adoptar una decisión de trascendental importancia. Pasaré a la
contraofensiva, aquí, [y señalando el mapa que tenía
ante sí] desde las Ardenas, con Amberes como objetivo.”
La
idea de una contraofensiva en el Oeste ya había sido esbozada por Hitler el 31
de julio de 1944, en una reunión con Alfred Jodl y otros oficiales. Allí señaló
que asumía la total responsabilidad para la planificación de la operación,
imponiendo el máximo secreto, extensivo aún a los más altos mandos, quedando
Jodl a cargo de un reducido estado mayor operacional que proporcionaría al
Führer la información que necesitara.
Alfred
Jodl anota en su diario…
“El
Führer habló acerca de temas de material y personal… Prepararse para pasar a la
ofensiva en noviembre, cuando la fuerza aérea enemiga no pueda volar. Punto
principal: deberán moverse 25 divisiones hacia el Oeste en uno o dos
meses” (entrada del 19 de agosto).
El
General Günther Blumentritt reseña las razones que Hitler tenía para atacar en
el Oeste…
"-
Tomar a los aliados por sorpresa en un momento en que suponía que la potencia
de estos declinaba.
-
Levantar el ánimo del pueblo alemán, cuya ansiedad crecía al acercarse el
enemigo tanto por el Oeste como por el Este.
-
Ganar tiempo para la creación de nuevas armas y equipo.
-
Dificultar el avance enemigo sobre el Ruhr”.
Anteponiendo
lo ideológico a lo estratégico, Hitler argumentaba sobre la fragilidad de los
aliados y los efectos que podría causar en los mismos una contraofensiva
exitosa…
“Nunca
en la historia hubo coaliciones como la de nuestros enemigos, compuesta por
elementos tan heterogéneos con objetivos completamente contradictorios.
Nuestros enemigos de hoy se encuentran en los extremos más alejados del
planeta: estados ultracapitalistas, por un lado, y estados ultramarxistas por
el otro. En un lado, un imperio moribundo, Gran Bretaña, y en el otro, una
colonia esforzándose por heredarlo, los Estados Unidos. Existen fricciones entre
estos estados acerca de sus objetivos futuros… Si lanzamos unos pocos golpes
poderosos, puede ocurrir en cualquier momento que ese frente común mantenido
artificialmente colapse en medio de un trueno gigantesco”.
Esencialmente,
el plan consistía en una poderosa irrupción sorpresiva en la región de las
Ardenas, en una época del año donde el dominio aéreo insuperable de los aliados
quedaba fuertemente disminuido por las circunstancias climáticas. Amberes, el
objetivo final, estaba en condiciones de constituirse en un puerto esencial
para el esfuerzo aliado, no sólo por la importancia de sus instalaciones sino
por su cercanía con el frente de batalla. Asimismo, la dirección del ataque crearía
una cuña entre los efectivos británicos y canadienses, al Norte de la misma, y
los estadounidenses, al Sur.
¿Por
qué atacar por las Ardenas? Las razones de Hitler para acometer por las Ardenas
fueron varias, tanto de orden estratégico operacional como táctico. La primera
de ellas, la relativa cercanía con el principal objetivo, ya que Amberes se
encuentra a unos 160 kilómetros de la línea de partida del ataque. Por otra parte, la penetración del Sexto
Ejército Panzer se produciría a través de la zona de contacto entre los
ejércitos anglo-canadienses y los norteamericanos, lo que podría conducir a
desinteligencias no sólo militares sino políticas entre los aliados.
La
región del Eifel, el lado alemán de las Ardenas, muy boscoso, ponía a la
extraordinaria concentración de fuerzas al resguardo del reconocimiento y
eventual ataque aéreo de los aliados.
Era
evidente para Hitler que luego de la pausa en que se encontraban los aliados,
el próximo objetivo de los mismos sería la preciada zona del Ruhr, contándose
entonces que con el recupero de la iniciativa que implicaba la ofensiva
planeada se alejaría tal amenaza.
Se
tenía noticias también de que el sector aliado estaba débilmente ocupado, no
sólo por la insuficiente cantidad de tropas, sino por su calidad, ya que se
trataba, o bien de unidades que se estaban recuperando de los combates librados
poco tiempo atrás, o compuestas por personal que carecía de experiencia en
combate (el mordaz comentario de un jefe de compañía describía el sector como “un
parvulario y una casa de reposo para ancianos”). Este despliegue fue adoptado a
sabiendas por Bradley -comandante del 12. Cuerpo de Ejércitos-, en lo que denominó “un riesgo calculado”. A esto se sumó
un notable fracaso de la inteligencia aliada, incapaz de detectar el enorme
despliegue alemán en las cercanías del frente, según lo veremos.
Hitler elaboraba sus planes en el máximo secreto. El general Sigfried Wesphal comenta...
"A pesar de todos los pedidos y sugerencias, el Comando Supremo [Hitler] se encerró en un mutismo absoluto. Recién el 24 de octubre levantó el velo del secreto".
Blumentritt, acerca del secreto de los planes...
"No es dudoso que el secreto mantenido se debía al hecho de que se sabía [en el círculo más íntimo de Hitler] que la operación habría de suscitar, forzosamente, objeciones por parte de los mandos superiores del Frente Occidental".
Cuando
el Führer comienza a dar a conocer el plan a sus generales, lanza una
advertencia que, como se verá, se mantendría inalterable…
“La
finalidad, organización y objetivo de este ataque son irrevocables”.
No
obstante, arrecian las críticas. El general Sepp Dietrich, que comandará
el 6. Ejército Panzer a cargo del ataque principal…
“¡Todo
lo que Hitler pretende que haga es cruzar un río, capturar Bruselas, y luego
tomar Amberes. Todo esto con el peor clima del año, a través de las Ardenas,
donde la nieve llega a la cintura y donde no hay espacio para desplegar cuatro
tanques uno al lado del otro, dejando de lado a las divisiones acorazadas.
Donde no hay luz natural hasta las ocho de la mañana y donde anochece a las
cuatro de la tarde y con divisiones reconstituidas compuesta principalmente por
adolescentes y viejos enfermos… y tener el trabajo hecho para Navidad!”.
El Mariscal de Campo Gerd von Rundstedt, Comandante
en Jefe en el Oeste…
“Me
basta una simple ojeada para comprobar que un objetivo tan distante como
Amberes es imposible de alcanzar con las fuerzas disponibles, por cuanto sus
flancos, excesivamente largos, quedarían expuestos a cada lado del saliente de
ataque, disponiéndose de pocas divisiones para cubrirlos… Soy de opinión de que
debiera buscarse un objetivo menos ambicioso, merced al cual se podrían
destruir poderosas fuerzas del enemigo sin correr un gran riesgo… El plan de
esta operación, en su totalidad, me parece que no se ajusta en nada a la
realidad”.
Mariscal de Campo Walther Model, Comandante del Grupo
de Ejército B...
“Si el
ataque debe detenerse en el Mosa por la falta de reservas, el único resultado
será la formación de un bolsón en la línea y no la destrucción de fuerzas
enemigas de importancia”.
Westphal...
"Con las fuerzas disponibles previstas, un ataque más allá del Mosa era una empresa demasiado arriesgada. Aun cuando se lograra alcanzar Amberes, no se podría mantener la gran saliente resultante en el frente. Si se iba a retroceder pronto difícilmente se justificaba tratar de alcanzar ese objetivo. El puerto pronto estaría nuevamente a disposición del enemigo... ¿Qué es lo que interesaba en este como en cualquier otro ataque? No había que ir detrás de un objetivo geográfico. Había que tratar, en cambio, de batir al adversario, producir las mayores pérdidas posibles y de reducir de tal modo la fuerte presión que ejercía hasta entonces".
Westphal da cuenta de, por lo menos, cuatro propuestas en otras tantas visitas a Jodl, en las que se preconizaba una "pequeña solución" que, en sus líneas generales, es la que se describe en el párrafo que antecede. A las que Jodl respondió...
"El Führer ha resuelto que la operación no puede modificarse en detalle alguno".
Mientras
tanto, ¿qué ocurría con los aliados? A la ya señalada debilidad del despliegue
americano en el sector, tanto cuantitativa como cualitativa, se unió una más
que deficiente inteligencia sobre los preparativos alemanes.
Informe
de Inteligencia del 12. Grupo de Ejércitos 12 al mando de Omar N. Bradley, del
12 de diciembre…
“Ya es
un hecho que el desgaste está minando sostenidamente la fortaleza de las
fuerzas alemanas en el frente occidental, y que la solidez de sus defensas es cada
vez menor, más frágil y más vulnerable de que lo que aparece en los mapas de
inteligencia o a las tropas en el frente”.
El 14
de diciembre, informe de Inteligencia del 21. Grupo de Ejércitos de Bernard L.
Montgomery…
“El
enemigo está de capa caída… su situación es tal que no podría realizar una
operación ofensiva importante”.
El 15
de diciembre, el informe diario del VIII
Cuerpo del Primer Ejército de los Estados Unido expresaba que “no hay nada que informar”…
Finalmente,
llegó el 16 de diciembre. Un soldado alemán...
"Mañana, los grandes cañones abrirán
fuego nuevamente. Comenzaremos la ofensiva final. Pasado mañana, estaremos en
Lieja. En cuatro días, Amberes será nuestra".
Al cabo de la lucha. Blumentritt...
"Cuando se inició la batalla... a lo largo de todo el frente del Eifel, no cabe duda que tomó por sorpresa al enemigo. Nadie creía que el diezmado ejército alemán se aventurase a atacar de nuevo. También se sorprendieron nuestras propias tropas, por cuanto el secreto de la ofensiva se había mantenido hasta el último momento. Como es corriente en esta clase de ataques, las primeras horas, e incluso días, presenciaron el éxito del atacante, pero luego el avance se hizo más lento y finalmente, algunas unidades se detuvieron y la ofensiva se diluyó... Las profecías de Rundstedt no tardaron en cumplirse y bien pronto los alemanes se vieron atacados desde tres direcciones...".
El Mariscal de Campo Rundstedt...
Cada
paso adelante en la ofensiva de las Ardenas alargaba nuestros flancos
alcanzando una peligrosa profundidad, tornándolos susceptibles de
contraataques. Quise parar la ofensiva en sus primeras etapas, cuando era
evidente que no se alcanzaría su objetivo, pero Hitler insistió furiosamente en
continuar. Fue el segundo Stalingrado...
El
fracaso de la ofensiva puede atribuirse a las siguientes razones: a. La
principal de ellas fue el agrupamiento inadecuado de las tropas por parte del
Alto Mando y la cantidad insuficiente de las divisiones puestas a disposición
de los comandantes. b. Cantidad insuficiente de suministros y su
insatisfactorio transporte. c. La absoluta supremacía aérea de los aliados en
el sector de la ofensiva y su retaguardia y más tarde, la captura de Bastogne,
jugaron un rol importante. d. Las numerosas reservas de los aliados, su buena
red de caminos, su motorización de primera clase y las reservas importantes de
combustible y municiones fueron factores decisivos”.
Winston S. Churchil en la sesión del 18 de enero de 1945 de la Cámara de los Comunes…
“…Las tropas de los Estados Unidos… han sufrido bajas casi iguales
a las de ambos bandos en la batalla de Gettysburg…Sólo un cuerpo de ejército
británico ha participado en la acción. Las treinta o más divisiones restantes
que han luchado en forma continua en el último mes, son estadounidenses. Los
americanos empeñaron 30 o 40 hombres por cada uno de los nuestros, y perdieron
entre 60 y 80 por cada británico. O sea que hay un punto que deseo remarcar:
Debemos andar con cuidado en no reclamar una parte indebida para el ejército
británico en lo que indudablemente ha sido la mayor batalla de los Estados
Unidos en la guerra y será recordada por siempre, así lo creo, como la más
célebre de las victorias americanas”.
Bibliografía.
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Last Gamble, Viking, Nueva York, 2015.
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-Toland, John, Battle. The Story of the Bulge, Univ. Of Nebraska Press, Nueva York, 1999.
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-Westphal, Siefried, El ejército alemán
bajo Hitler, Círculo Militar, Biblioteca del Oficial,
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