jueves, 4 de enero de 2018

Esto se dijo...

“Por el momento, los mordisqueo”
. General Joseph Joffre


Bajo el título  “Una palabra de nuestro generalísimo”, la edición de Le Journal del 29 de septiembre de 1914, publicó un artículo que comentaba lo ocurrido durante un almuerzo en el cuartel del Estado Mayor General del ejército francés, del que el general Joffre era comandante. 


“Uno de los invitados”, decía el cronista, “trató de obtener del general Joffre alguna  información sobre sus intenciones estratégicas. El vencedor de la batalla del Marne se limitó a sonreír y con un tono lleno de plácida bonhomía, murmuró: Por el momento, los mordisqueo”. 

Ya en ese entonces, la “carrera hacia el mar” de aliados y alemanes estaba concluyendo sin que ninguno de los adversarios lograra el codiciado envolvimiento que podría concluir la guerra. Poco a poco se fueron enterrando en las trincheras, de las que no saldrían hasta la primavera de 1918. 

Hasta entonces, se fueron sucediendo ataques tan inútiles como sangrientos. Joffre, con su metáfora del “mordisqueo” expresó cual sería su táctica de desgaste del ejército alemán, con fuertes y repetidos ataques (mordiscos…), muchas veces en varios lugares simultáneamente. El objetivo de tales ataques perseguía una ruptura de la líneas alemanas que nunca se logró. En el mejor de los casos, se ganaron algunas decenas de metros a un costo tremendo (por ejemplo, de octubre de 1914 a marzo de 1915 el ejército francés tuvo 268.000 muertos).

Facsímil del artículo de Le Journal
 Debido a esas enormes bajas y nulos resultados, las críticas crecieron. Así, Abel Ferry, joven parlamentario y subsecretario de Estado de Relaciones Exteriores, en una carta que remitió a su esposa desde el frente en mayo de 1915, donde insistió en luchar pese a su cargo, calificó con extrema dureza la táctica en cuestión: “… No lo comprendo. El arte de la guerra se ha reducido a una metódica carnicería. Este monstruoso mordisqueo me da nauseas. ¡Qué heroísmo tan mal aprovechado, sin otro pensamiento estratégico que elegir un terreno al azar!”

Refiriéndose a uno de los ataques paradigmáticos del concepto de “mordisqueo” (Champagne 1915), un combatiente dijo: “... los soldados que tomaron parte y que sobrevivieron recuerdan con tristeza y amargura a esos campos lamentables donde con cada día nuevos cadáveres se amontonaban en el barro inmundo…esas órdenes de ‘cueste lo que cueste’ dadas por teléfono por comandantes muy lejanos, luego de una preparación de artillería insignificante con reglaje deficiente o nulo …” No se trataba, apunta Rémy Cazals, de un cabo antimilitarista quien así se expresaba, sino de un capitán de carrera llamado Charles de Gaulle, quien agregaba que todo ello conducía a la desmoralización de las tropas, en tanto “de esas experiencias lamentables de las que fue instrumento la infantería, esta tocó, os lo aseguro, el fondo de la desesperación”. 

Raymond y Jean-Pierre Cartier, con singular dureza, dijeron: “a la guerra de movimiento, siguió la de trincheras. A las grandes maniobras estratégicas, el “mordisqueo”. Así se instaló una guerra imbécil, horrorosamente monótona,  hecha de ofensivas condenadas al fracaso desde antes mismo de ser lanzadas. Jamás, en el curso de toda la historia de la humanidad, los generales habían sido tan pródigos con la sangre de sus soldados…”. 

Liddell Hart, por su parte, también dio su mordaz opinión: “…las primeras tentativas de Joffre por cierto no fueron más eficaces que el mordisqueo de una caja fuerte de acero por un ratón”. Pero tal vez ha sido Winston Churchill quien juzgó la cuestión con sintética crudeza: “el método del desgaste funcionó, pero fue en nuestras filas donde sobre todo se hicieron sentir sus estragos”. 

¿Fue tan grande el equívoco de Joffre? Spencer Tucker señala que era políticamente imposible para cualquier comandante francés permanecer a la defensiva con un décimo del territorio nacional ocupado que incluía sectores industriales importantes y el vasto desplazamiento de grandes sectores de su población. También recuerda que Joffre, más tarde, justificó estas acciones en la necesidad de sacarle presión a Rusia en el Frente Oriental, al tiempo que se materializaba la entrada en la guerra de Italia en el bando aliado.

Como fuere, quienes lo sucedieron en el mando, no intentaron otra modalidad de lucha que la iniciada con el “mordisqueo” de Joffre, sin mejorar sus resultados aunque con un creciente aumento de las bajas. Como lo expresara Liddell Hart, "un método que necesita cuatro años para producir una decisión no debe tenerse en cuenta como un modelo a imitar". 


© Rubén A. Barreiro 2018

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