Esto se dijo...
“Por el momento, los mordisqueo”. General Joseph Joffre
Bajo el título “Una palabra de nuestro
generalísimo”, la edición de Le Journal del 29 de
septiembre de 1914, publicó un artículo que comentaba lo ocurrido durante un
almuerzo en el cuartel del Estado Mayor General del ejército francés, del que
el general Joffre era comandante.
“Uno de los invitados”, decía el cronista, “trató de obtener del general Joffre
alguna información sobre sus intenciones estratégicas. El vencedor de la
batalla del Marne se limitó a sonreír y con un tono lleno de plácida bonhomía,
murmuró: Por el momento, los mordisqueo”.
Ya en ese entonces, la “carrera hacia el mar” de
aliados y alemanes estaba concluyendo sin que ninguno de los adversarios
lograra el codiciado envolvimiento que podría concluir la guerra. Poco a
poco se fueron enterrando en las trincheras, de las que no saldrían hasta
la primavera de 1918.
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Hasta entonces, se fueron sucediendo ataques tan
inútiles como sangrientos. Joffre, con su metáfora del “mordisqueo” expresó cual sería su táctica de desgaste del ejército alemán, con fuertes y
repetidos ataques (mordiscos…), muchas veces en varios lugares
simultáneamente. El objetivo de tales ataques perseguía una ruptura de la
líneas alemanas que nunca se logró. En el mejor de los casos, se ganaron algunas decenas
de metros a un costo tremendo (por ejemplo, de octubre de 1914 a marzo
de 1915 el ejército francés tuvo 268.000 muertos).
Facsímil del artículo de Le Journal |
Refiriéndose a uno de los ataques paradigmáticos del concepto de “mordisqueo” (Champagne 1915), un combatiente dijo: “...
los soldados que tomaron parte y que sobrevivieron recuerdan con tristeza y
amargura a esos campos lamentables donde con cada día nuevos cadáveres se
amontonaban en el barro inmundo…esas órdenes de ‘cueste lo que cueste’ dadas
por teléfono por comandantes muy lejanos, luego de una preparación de
artillería insignificante con reglaje deficiente o nulo …” No se
trataba, apunta Rémy Cazals, de un cabo antimilitarista quien así se expresaba,
sino de un capitán de carrera llamado Charles de Gaulle, quien agregaba que
todo ello conducía a la desmoralización de las tropas, en tanto “de esas experiencias
lamentables de las que fue instrumento la infantería, esta tocó, os lo aseguro,
el fondo de la desesperación”.
Raymond y Jean-Pierre Cartier, con singular dureza,
dijeron: “a la guerra de movimiento, siguió la de trincheras. A las
grandes maniobras estratégicas, el “mordisqueo”. Así se instaló una guerra
imbécil, horrorosamente monótona, hecha de ofensivas condenadas al
fracaso desde antes mismo de ser lanzadas. Jamás, en el curso de toda la
historia de la humanidad, los generales habían sido tan pródigos con la sangre
de sus soldados…”.
Liddell Hart, por su parte, también dio su mordaz
opinión: “…las primeras tentativas de Joffre por cierto no fueron más
eficaces que el mordisqueo de una caja fuerte de acero por un ratón”. Pero
tal vez ha sido Winston Churchill quien juzgó la cuestión con sintética
crudeza: “el método del desgaste funcionó, pero fue en nuestras filas
donde sobre todo se hicieron sentir sus estragos”.
¿Fue tan grande el equívoco de Joffre? Spencer Tucker señala que era políticamente imposible para
cualquier comandante francés permanecer a la defensiva con un décimo del
territorio nacional ocupado que incluía sectores industriales importantes y
el vasto desplazamiento de grandes sectores de su población. También recuerda que Joffre, más
tarde, justificó estas acciones en la necesidad de sacarle presión a Rusia en
el Frente Oriental, al tiempo que se materializaba la entrada en la guerra de
Italia en el bando aliado.
Como fuere, quienes lo sucedieron en el mando, no
intentaron otra modalidad de lucha que la iniciada con el “mordisqueo” de
Joffre, sin mejorar sus resultados aunque con un creciente aumento de las bajas. Como lo expresara Liddell Hart, "un método que necesita cuatro años para producir una decisión no debe tenerse en cuenta como un modelo a imitar".
© Rubén A. Barreiro 2018
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