Esto se dijo....
"Por favor, transmítale mi afectuoso saludo, y dígale que se dé prisa y se mejore, y vuelva a mí en cuanto pueda. Él ha perdido su brazo izquierdo, pero yo he perdido mi brazo derecho". General Robert E. Lee sobre General Thomas Stonewall Jackson.
La Guerra de Secesión había comenzado su tercer año. Al caer la noche
del sábado 2 de mayo de 1863, la batalla de Chancellorsville había dado un
vuelco decisivo. Las fuerzas de la Unión, al mando del General Joseph Hooker,
luchaban contra las de la Confederación al mando del General Robert E. Lee
desde fines de abril en una prolongación, sólo interrumpida por el invierno, de
la victoria del Sur en Fredericksburg. El ejército del Norte superaba al del
Sur en una proporción de dos a uno…
La batalla de Chancellorsville ha sido considerada como la más brillante
de las ganadas por Lee, “la batalla perfecta”. Y fue la última que Lee libró
con la que, con justicia, se ha calificado como la “asociación ejemplar” que
formaba con Stonewall Jackson. Este
despertaba en Lee una creciente admiración y una enorme confianza. Sus órdenes a Jackson se limitaban sobre qué hacer, dejando el cómo abierto a la iniciativa y calidades
de aquél. Como ejemplo paradigmático, recordemos las órdenes cursadas por Lee a
Jackson ante la amenaza que representaba el recién formado Ejército Federal de
Virginia al mando del general John Pope. La primera de ellas, giraba sobre un
eje concreto: “Quiero que Pope sea eliminado”.
Y unos días más tarde: “Estando en el lugar, Ud. determinará el
desarrollo de la operación… Dejo ahora el asunto a su reflexión y buen juicio.
Decida qué es lo mejor teniendo en cuenta todas las circunstancias y hágame
saber el resultado al que llegue…”. Objetivamente, el Sur aparecía como el
bando más débil en la relación de fuerzas, la forma de compensar tal debilidad
era actuar con velocidad, movilidad y audacia. Y aquélla “asociación ejemplar” así
lo hizo, con excelentes resultados. A la habilidad de Lee, Jackson aportó
audacia, decisión y talento táctico. Y un enorme carisma entre las tropas,
quienes estaban dispuestas a dar todo por Old
Jack, como afectuosamente llamaban a Jackson.
Thomas Stonewall Jackson |
Ese día, Lee y y el General Thomas Stonewall Jackson ponen en ejecución un
plan muy audaz: el ejército confederado se dividirá y mientras Jackson rodeará
con sus hombres al enemigo con la intención de atacarlo en su flanco derecho y
retaguardia, Lee aferrará con las tropas restantes a los federales. Keegan
apunta que esta decisión parecería no adecuarse a ciertos “principios inflexibles de la guerra”: no dividir las propias fuerzas en presencia
del enemigo, ni hacerlas marchar a través del enemigo desplegado para la
batalla. Por cierto, y como quedó demostrado en este caso y en tantos otros,
tales principios se flexibilizan según las circunstancias. Jackson emprendió una marcha de casi veinte
kilómetros con el cuerpo a su mando, integrado por unos 33.000 hombres, a
través de un bosque cuya densidad era la única pantalla que lo ocultaba de las
fuerzas federales, quienes exponían su flanco derecho en un terreno sin
protección alguna de obstáculos naturales. Hacia las cinco de la tarde, logrando
una sorpresa total, Stonewall Jackson
cae sobre el ala derecha y la retaguardia de los federales ya acampados,
quienes pronto emprenden una desordenada retirada.
Everett Julio The Last Meeting of Lee and Jackson |
Y es entonces
cuando se desata el drama: ya entrada la noche del 2 de mayo, Jackson decide
hacer un reconocimiento personal por
delante de sus líneas, con la intención de preparar la carga final contra las
tropas de la Unión. Lo hace acompañado por algunos miembros de su estado mayor.
A poca distancia lo siguen el general Hill y sus ayudantes. Al retornar, y a
unos trescientos cincuenta metros de las posiciones de 18th. Regimiento de
Carolina del Norte, elementos del mismo abren fuego pensando que se trataba de
una incursión enemiga. “¡Cesen el fuego!”
grita el teniente Morrison, cuñado de Jackson que formaba parte del grupo, “¡están
disparando contra sus propios hombres!”. “¿Quién
ha dado esa orden? ¡Es mentira, dispárenles muchachos!”, replicó el Mayor
John D. Barry (se dice que este habría muerto de tristeza, abrumado por la culpa, dos años después de
finalizada la guerra, a los 27 años). Cayeron muertos varios de los componentes
de ambos grupos y otros resultaron heridos. Stonewall
Jackson fue alcanzado por tres disparos: uno en su mano derecha, otro en el
antebrazo izquierdo y el tercero por debajo del hombro derecho, destrozando el
hueso y causando daños en tendones y arteria.
Jackson es
llevado a un hospital de campaña, donde pasada la medianoche se le amputa el
brazo izquierdo “dos pulgadas por debajo
del hombro”. Al día siguiente, Lee le escribe: “He recibido su nota informándome que ha sido herido. No puedo
expresarle cuánto lamento lo ocurrido. Si pudiera modificar la realidad, habría
elegido, por el bien del país, ser yo quien esté impedido, y no usted. Lo
felicito por la victoria debida a su habilidad y energía”. Más tarde, el 6
de mayo, Lee pidió al capellán de Jackson, Rev. Beverly
Tucker Lacy, que transmitiera a éste las palabras transcriptas en el
encabezamiento.
Durante los días
siguieron, pareció que Jackson se recuperaba favorablemente. Sin embargo,
súbitamente su estado se agravó debido a una neumonía. El domingo 10 de mayo
los médicos informan a Jackson que ya nada puede hacerse y que el desenlace es
inminente. “Es el día del Señor. Mi deseo
ha sido concedido. Siempre he querido morir un domingo”. A poca distancia
el Reverando Lacey celebra un servicio al que acuden más de dos mil soldados,
para impetrar por Jackson. Lee no se resigna: “Seguramente el General Jackson se recuperará. Dios no lo apartará de
nosotros, ahora que tanto lo necesitamos...”.
Poco a poco, en
medio del delirio en el que continúa cursando órdenes, y luego de un silencio,
Thomas Stonewall Jackson dice sus
últimas palabras: “Crucemos el río y
descansemos bajo la sombra de los árboles”…[1]
[1] Ernest Hemingway
se inspiró en esta frase para el título de una de sus novelas Al otro lado del río y entre los árboles. Se
ha tratado de desentrañar el significado de estas palabras de Jackson,
posiblemente, se ha dicho, fue una evocación de su infancia.
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